Por estos lares y por muchos otros, la escuadra socialista lleva unos añitos a la deriva y nunca ha hecho caso a los que han venido advirtiéndoles que estaban quedándose en nada con sifón. Como en algunas demarcaciones la formación no inspira ni piedad, semanas atrás se me ocurrió plantear que la única manera que atistaba de que el pesoe volviera a renacer significando lo que significó gracias a los principios que lleva en los genes es que lo antes posible alcance la clandestinidad. Por una vez, parece que han hecho caso.

El espectáculo en torno a la Federación Socialista Madrileña es de traca. No lo digo yo, lo remarcan barones de diferentes rincones regionales „cualquiera los llama ya feudos„ pertenecientes a la formación deformada. No van a creerme, pero venía llamándome la atención los esfuerzos deplegados estos meses por el desfenestrado para chupar plano al lado del guapo y bailarle el agua en numerosos actos. Se ve que algo se olía. En eso, la plebe esta tiene un sexto sentido. Es en lo que verdaderamente se esmeran.

Gómez dice que se trata de la maniobra de un diario presuntamente progresista en connivencia con el pepé para acabar con el pesoe. Lo ignoro, aunque aquél ya ha situado a los socialistas como primera fuerza en Madrid a través de una encuesta meteórica y otro, presuntamente periódico, da como seguro que Ángel Gabilondo, el mirlo blanco elegido por Sánchez, ya ha dicho sí, quiero.

Lo que sé es que el más popular de los Gabilondo, Iñaki, se marcó ayer un comentario de los que hacen historia. Realizó un retrato de la castiza familia socialista y, tras situarla donde está, o sea en el manicomio, lanzó un órdago lleno de afecto: «¿Qué persona inteligente podría meter su cabeza en la boca de este lobo?». Es lo que hoy por hoy aporta este partido: lo bien que enfrenta a hermanos.