Un conocido entra a la mercería haciendo eses, con una borrachera impresionante. Se sujeta en el mostrador para no caer y balbucea una frase. A pesar de que presto suma atención, sólo entiendo la palabra ´campo´ y le sonrío, como si me hubiese hecho gracia lo que me ha dicho. Entonces él me pregunta «¿vale?». Me veo obligado a confesarle que no he entendido lo que me ha hablado. Me lo repite y, ahora, junto a la palabra ´campo´, capto la de ´calcetines´ y el «¿vale?». Tras repetírmelo un par de veces más, entiendo que quiere unos calcetines para ir al campo, que no lleva dinero y que mañana me los pagará ¿vale? Lo veo marchar con la bolsa de los calcetines en las manos y con serias dificultades para encontrar la salida. Le pido que lleve cuidado, que las aceras son estrechas. Y me pregunto si mañana, cuando se eche unas manotadas de agua fría en la cara y se reponga, se mirará los pies y al descubrir unos calcetines nuevos se acordará de que me los debe€