La unidad va en la genética de Ciudadanos. Si por algo se caracteriza nuestra organización es por sumar, por aunar esfuerzos. Desde el convencimiento de que solo juntos podemos avanzar como nación en un mundo cada vez más globalizado.

La posible provincialidad de Cartagena es un asunto antiguo pero que requiere de nuevas respuestas; respuestas que los viejos partidos no han sabido dar a los ciudadanos de la comarca. La nuestra será la que va en nuestro ADN, la que parte de la unidad. Los rencores y rencillas no sirven a los ciudadanos. Queremos más.

Si a día de hoy a los ciudadanos cartageneros nos preguntaran cuales son los problemas que más nos preocupan, no tengo la menor duda de que los primeros puestos entre la larga lista de asuntos que nos quitan el sueño estarían ocupados por el empleo, la economía, la clase política o la educación y la sanidad. Dudo mucho que la provincialidad de Cartagena fuera un asunto apremiante.

Desde esa perspectiva, sin la premura de la urgencia, es incluso más facil abordar el tema con la seriedad que requiere. Muchos se plantean la pregunta: ¿Es posible abordar la provincialidad de Cartagena desde la unidad?. Por supuesto que sí. Debemos considerar superados los prejuicios y las tan grandilocuentes como ineficaces manifestaciones de hace decadas. No es cuestión de establecer diferencias o discriminaciones. Si así fuera, no habría hecho o derecho histórico que lo justificara y, desde luego, se encontraría contra nuestra más férrea oposición.

Sí, se puede desde la unidad. Es indiscutible que Cartagena cuenta con todos los ingredientes para ser una provincia. La identidad histórica dentro del conjunto de la nación, la población, el tejido socioeconómico, así como el suficiente desarrollo educativo, sanitario y de infraestructuras. Hay estudios de instituciones universitarias que avalan su viabilidad. Tampoco debemos olvidar los costes como un factor a tener en cuenta y que debemos sopesar poniendo en el balance tanto el aumento de gasto administrativo como los beneficios políticos, sociales y económicos derivados.

Pero lo que debe tener sobre todo es el apoyo de los ciudadanos de la Región. Es en ese escenario donde debe prosperar la iniciativa. Porque son ellos, y solo ellos, los ciudadanos de la Región de Murcia en su conjunto, los beneficiarios de esa realidad política y administrativa. Aquí radica la necesaria unidad que debe sustentar nuestras nobles aspiraciones como Región.

Cuantas veces, y no sin razón, nos hemos quejado en este rincón del sureste de nuestra escasa visibilidad. El levante español de norte a sur cuenta con Cataluña con cuatro provincias, Valencia con tres y Andalucía con ocho. Y en esa línea, una Región, con tan solo una provincia, con una gran extensión territorial y amplísima población que llegará pronto a los dos millones de habitantes. Pero solo somos una. Y por tanto ni tenemos los diputados, ni tenemos los senadores, ni los subdelegados del Gobierno, ni las diputaciones, ni el peso político que razonablemente nos corresponde en el conjunto de la nación. Como dice un buen amigo, hasta el hombre del tiempo salta de Alicante a Almería en sus predicciones.

Es indudable que nos beneficia a todos. A todos como Región. Y sobre todo es justo que la Región amplíe su peso político. Desde la transición, los ciudadanos de esta Comunidad hemos realizado un inmenso esfuerzo por fortalecer nuestro desarrollo y alcanzar mayores cotas de bienestar. Es quizá el momento de ir reconociendo ese esfuerzo y equipararnos al resto de comunidades del levante.

Lo tenemos claro, porque solo juntos será posible. Con cabeza y corazón.