En vísperas de un nuevo año sería muy grato decirles que todo será fácil, desgraciadamente no será así». Estas palabras de Salvador Allende ilustran como pocas el sacrificio de los últimos años y el esfuerzo que aún nos queda por hacer.

Hoy lo fácil sería afirmar que 2015 será un año ajeno a los problemas que durante los últimos tiempos han formado parte de nuestras vidas en el día a día. Sería sencillo repetir aquello de los ´brotes verdes´, prometer que alcanzaremos el ´pleno empleo´ y que nuestro Estado del Bienestar recuperará cotas y servicios de años anteriores.

Sería fácil, pero terriblemente irresponsable. Tanto, como las propuestas de quienes hoy juran y perjuran que poseen la solución a tan graves problemas y que con ellos éstos cesarán de inmediato, pulcros que viven de las amenazas y el odio otorgando carnets de buenos y malos como si quisieran revivir otro tiempo pasado y funesto.

Pero, insisto, esto, que es lo fácil, siempre se convierte en difícil porque no aprender de la historia nos conduce inexorablemente a repetir sus errores. España, que ya debiera ser un país maduro (no confundir maduro, de responsable, con Maduro, líder espiritual de los pulcros) no puede permitirse de nuevo incurrir en los mismos errores del pasado. Seamos capaces de mirar a través del prisma real y no del inventado y sintámonos orgullosos, aun con los ´debe´, que son muchos, de lo conseguido trabajando juntos.

Siento que la sociedad, que atraviesa todavía problemas muy graves, aún no es consciente de la trascendencia de lo que se ha logrado evitar. El tan temido rescate al que estábamos abocados por la mala gestión de otros finalmente se pudo eludir gracias al esfuerzo de todos. Basta con mirar a nuestro entorno internacional más cercano para darse cuenta del mérito que todos tenemos y sentirnos orgullosos de lo que hemos superado.

No obstante, esto que es lo que nos pide la razón, lucha contra el corazón, que aun sabiendo de donde venimos, por donde transitamos y hacia donde afortunadamente enfilamos, recuerda nostálgico los tiempos de euforia de años pasados y confía en recuperarlos de manera inmediata.

Ya pensamos en recuperar el entusiasmo anterior a la crisis aun en el más incipiente inicio de la recuperación económica. Vemos y oímos hablar de grandes números, de aumentos del consumo, de la inversión, de turistas, de industria, de crecimiento de empleo, de estabilidad con mayúsculas; en definitiva, de mejoras nacionales, pero nuestro deseo continúa evocando el tiempo pasado de desenfreno y a pesar de reconocer que sí, que estamos mejor, demandamos más, mejor y de manera inmediata.

Y aquí de nuevo volvemos a la eterna encrucijada, la elección de nuestros destinos a la que de manera casi cíclica y reiterativa se enfrentan los gobiernos del Partido Popular. Ser responsables, gestionar de forma eficaz y continuar con una agenda reformista sin precedentes que está modernizando un Estado obsoleto e inviable o ceder ante los que dicen lo que todos queremos escuchar fruto de esa nostalgia que nos evoca el pasado sin problemas, aquel en que todo iba irrealmente bien.

Yo, como todos ustedes comprenderán, no tengo dudas, y aun reconociendo errores y tibieza en algunas decisiones, optaré por un 2015 racional, por seguir haciendo lo que mejor sabemos: trabajar en una recuperación continuada y no efímera, no engañando a nadie e ilusionando desde la verdad, esa verdad que otros ocultaron y provocó esta situación o esa verdad que mañana otros pretenden implantar y que nada bueno puede presagiar.

En sus manos estará, mientras tanto permítanme que les felicite las Navidades y les desee un 2015 repleto de verdad, razón e ilusión.