Las postales navideñas se han convertido en un preludio festivo en todos los hogares y empresas de este país, superando ya incluso los anuncios de juguetes y las luces chirriantes de algunos centros comerciales. ¿Qué persona que se precie no ha recibido en su buzón una postal con motivos navideños, ´papás noeles´ o niños Jesús? El papel es caro y la conciencia ambiental está empezando a arraigar en las mentes de los ciudadanos, pero parece que sigue haciendo ilusión que nos manden un ´christmas´ aunque sea del supermercado de al lado de casa o de un partido político del que hasta ahora ni siquiera habíamos oído hablar. Pero eso es lo de menos. En esta época del año nos sentimos imbuidos por el espíritu navideño, o poseídos, según por dónde nos dé a cada uno. Nos afecta tanto que, aunque los villancicos que le da a la gente por cantar en plena calle suenen como si le hubieran pisado la cola a un gato salvaje, sonreímos como si fueran un coro de ángeles. Las personas están tan contentas que te felicitan la Navidad a todas horas como si les hubiera tocado la Lotería. Yo, por mi parte, les deseo a todos salud y si les toca el Gordo, pues mejor...