Veinte años demoró Antonio López en pintar a nuestra Familia Real. Al persa Firdusi le llevó veintidós años su poema Shah-nameh, del Libro de los reyes; Gógol, descontento tras diecisiete años de trabajo, mutiló la última parte de Almas muertas; el filósofo Santiago González Noriega empleaba seis meses en escribir un prólogo; Astolphe, un personaje de Balzac, necesitaba doce años para escribir página y media; buscaba la originalidad, claro, y eso es muy difícil de lograr. Al contrario, Antonio López tenía orden explícita de pintar no una familia original, que hubiera sido fácil, sino una familia común y corriente, y eso, con los Borbón, lleva su tiempo.