La Real Academia Española de la Lengua no para de hacer modificaciones tratando de adaptarse a los cambios que sufre nuestra lengua para que los términos que se usan con mayor asiduidad en la época en la que vivimos siempre estén reflejados en nuestro diccionario. Sin embargo, los hispanohablantes nos empeñamos en escribir como nos sale de ahí, unas veces por no molestarnos en visualizar las palabras antes, otras por ahorrarnos letras o también porque está de moda economizar el lenguaje. Pero lo único que estamos haciendo con nuestro comportamiento es pervertir el vocabulario que nos ayuda a sobrevivir y además lanzamos un mensaje a las futuras generaciones, advirtiéndoles que da igual como hablemos y si se entiende el mensaje. El trabajo para modificar nuestros hábitos de escritura debe venir desde el colegio y desde casa, porque estamos dotanto a las próximas generaciones de unos recursos cada vez más pobres. ¿Vamos a limitar las conversaciones a 140 caracteres? Creo que necesitaremos de un traductor después para deducir qué quieren decir los demás.