Un estudio de la Universidad de Las Palmas cifra en 40.000 millones de euros el coste social de la corrupción en España, fenómeno que según ese informe tiene una dimensión mucho mayor que la que reflejan las estadísticas oficiales. Ante tan descomunal cantidad, las medidas anunciadas en el Congreso por Rajoy, algunas de ellas ya comprometidas y olvidadas hace un año, se quedan cortas. Cuatro brochazos de maquillaje para esconder la cara más fea de los dirigentes políticos, que son capaces de todo. Hasta de comerse el jamón de las tramas corruptas, tal y como ha hecho Ana Mato, según su amigo Martínez-Pujalte, un personaje público que aquí en la Región conocemos bien. Toda una metáfora, la del jamón. Si los políticos no son capaces ni de pagarse ese fiambre magro (los hay de muchos precios) qué no serán capaces de hacer cuando nadie les vea. Con esos 40.000 millones podríamos aliviar en algo las necesidades que están pasando en este país familias enteras, que han perdido todo. Su trabajo, su casa y su esperanza. Y sobre todo podríamos ayudar a ese 36% de niños que han colocado a España en la segunda plaza de pobreza infantil en Europa.