Mucho ha cambiado la situación de la Región y de España en estos últimos cuatro años. Si lo recuerdan, en aquel tiempo estábamos atrapados y hundidos en el fango del crac económico y así lo refrenda el hecho de que las encuestas del Barómetro del CIS de entonces atestiguaban que la principal preocupación de los españoles era la crisis. También por aquellos días era previsible adivinar que el PSOE nacional estaba en franco declive y que el PP de Rajoy se podía hacer con el poder. Los resultados para la Región también eran predecibles y Valcárcel se aprestaba a ganar sus quintas elecciones con el viento a su favor. Las aguas políticas en nuestra tierra bajaban límpidas y apacibles, mientras que las procelosas aguas económicas eran difícilmente manejables. El cambio de Gobierno en España y la continuidad en la Región se produjeron. Pero hace unos meses todo cambió. Quizás la metamorfosis se originó mucho antes, pero en las elecciones europeas surgió un partido político que logró cinco eurodiputados. Este hecho no estaba en la hoja de ruta de las previsiones nacionales. Ningún analista ni periodista ni politólogo predijo antes de estos comicios que iba a irrumpir la formación de Pablo Iglesias. Recuerdo que esa noche electoral tuvimos que habilitar espacio en el periódico (y estoy seguro de que en todos los diarios de este país sucedió lo mismo) y buscar fotos de los cinco nuevos eurodiputados de un partido apenas conocido, con el fin de dar cuenta de lo sucedido.

El último Barómetro del CIS evidencia la transformación que está experimentando la sociedad española: la corrupción castiga al PP y al PSOE y catapulta a Podemos, podría ser un resumen con los datos de la encuesta. La percepción de la mejoría económica, en la que han puesto todo su empeño los gobiernos actuales, no ha sido suficiente para enterrar la pestilencia que despide la actuación ilícita del poder. En alguna ocasión he dejado constancia -qué absurdo sostener lo contrario- que abomino de la corruptela, pero en cualquiera de sus manifestaciones, no solo la política o la económica, que son las que encuentran los titulares con mayor grafía.

¿Estamos madurando como sociedad al arrinconar a los corruptos y obligar a los partidos a que actúen contra estas prácticas? Hasta el momento, ningún partido político ha llevado ante el juez a un presunto corrupto de su formación; antes al contrario, los han amparado, defendido y, muy en última instancia y dependiendo de su autoridad, vilipendiado.

Los dos partidos mayoritarios de España han recibido un mensaje diáfano en forma de encuesta. Y el aviso los ha asustado, aunque traten de disimular en público. Las conversaciones privadas que he tenido estos días con políticos de distintos signos así me lo confirman. Tal vez debieran empezar a actuar de verdad contra la corrupción, porque, de lo contrario, puede que sea demasiado tarde para ellos si dejan pasar el tiempo y, en vez de los resultados adversos de una encuesta, se encuentran con los de unas elecciones.