No hay peor fe que la del converso ni más mareo que el que provoca la incompetencia. Los 'Gobiernos' central, autonómico y municipal se disputan la pala para enterrar el soterramiento del AVE a su paso por Murcia. Palada tras palada y sin disimulo intentan ocultar sus incumplimientos, plasmados en tantas fotos propagandísticas, incluida una detrás de la pancarta, junto a los vecinos que ahora tiran a la vía. No les bastó a estas camarillas con renunciar a la conexión directa con Madrid que ahora, con nocturnidad y alevosía, condenan a la capital murciana a partirse, aún más, en dos. Escondiendo la cabeza como las avestruces, tampoco quieren ver la ruina que, aún antes de inaugurarse, supone el aeropuerto de Murcia. Hemos pasado del gratis total al low cost y ahora a pagar a los inversores privados un aterrizaje forzoso que nos va a costar algo más que la cabeza. Mientras las huecas promesas del Gobierno regional se las lleva el viento y los propietarios saltan en el paracaídas que nosotros, graciosamente, les compramos; el común de los ciudadanos, que probablemente no pise nunca un aeropuerto, se va a hartar de tomar tierra, como decía aquel. Y qué decir del agua desalada... que ha pasado de bicha a milagrosa toda ella. Al principio, cuando su rechazo sirvió para ganar votos, no había quien la tragara; luego sólo se exculpaba la que producía la desaladora de la Comunidad autónoma y ahora nos la presentan como un descubrimiento, capaz, incluso, de anegar el célebre «agua para todos». Hasta tal punto es saludable que ha salido a flote un informe que nos ilumina sobre el efecto beneficioso de la salmuera sobre la posidonia. Agua bendita. Ni en sólido ni en gaseoso ni en líquido tienen nuestros gobernantes remedio ni remiedo a intentar justificar su futilidad. Ni por tierra ni por mar ni por aire? y encima nos peleamos con el ministro de Defensa.