Un año más y la casa en reformas. Se ha producido la apertura, esta vez, con uno de los dos reyes que tenemos, el más nuevo y joven, de un nuevo año judicial. Da igual quien presida, quien vaya al acto, o quien sea el titular de los discursos del mismo (ministro, presidente del Consejo, Fiscal General del Estado) pues parece que las buenas intenciones nunca faltan. Lo que falta es sólo ganas de que la Justicia funcione poniendo los medios adecuados para ello. Falta un compromiso, ya no digo un pacto de Estado, que es mucho pedir, de los poderes políticos, para que la Justicia no sea tan lenta. Claro que al final no sólo no se agiliza, sino que se reduce en los presupuestos generales del Estado el presupuesto destinado a ella. Luego pasa lo que pasa, que asuntos que debían estar terminados hace años aún colean en los juzgados.

Y eso que las intenciones son buenas, pues dice el presidente del Tribunal Supremo que los jueces españoles priorizan la lucha contra la corrupción, porque esta lacra mina la credibilidad de las instituciones y de la democracia y genera desaliento en la sociedad. Y no será porque los jueces españoles no trabajan y como consecuencia de ello mucho de los corruptos van entrando poco a poco en prisión. En el año 2013 se dictaron más de un millón y medio de sentencias. Y se resolvieron más asuntos que los que ingresaron, con una duración media de doce meses, dijo Lesmes ante Felipe VI.

Ya llevamos dos patas del banco, la corrupción y las sentencias dictadas. Nos faltan otras dos. La independencia de Cataluña, que no sólo es rechazada por España (por la mera tontería de ir contra la Constitución), sino incluso por la mismísima Escocia, que ya es decir. Siguió el discurso de Lesmes: España experimenta grandes transformaciones y padece incertidumbres sociales y políticas. Unidad y respeto a la diversidad (lo de siempre, esto es mío) es la única manera de convivir pacíficamente y que los españoles prosperen, dijo.

Pulso a los que los engañan, o sea España, es lo que pretende el político Mas. Y entretanto, Pujol exhibe su catalanismo poniendo una bandera de su país catalán de esquina a esquina, y no hay poca distancia entre ambas, del balcón de su casa en Barcelona. Patriotas así son los que yo no quiero para mi Región, que bastante tengo ya.

Finalmente, la cuarta pata del banco de la Justicia en ese acto de apertura del año judicial en el Tribunal Supremo la constituye el discurso del Fiscal General del Estado. Torres Dulce, que dicen estuvo de idem. Se refirió asímismo, como era de suponer, a la corrupción política. Pero también a la corrupción económica en el ámbito privado que socava los cimientos de la economía española, apuntó. De la infanta mejor no hablar, debió pensar. También apostó por reforzar la cultura del consenso e intensificar los protocolos de conformidad. Es decir, más conformidades para evitar largos procesos. También sostuvo que los atestados policiales sólo deben remitirse a los juzgados y fiscalía cuando se haya averiguado el autor del delito. La verdad es que tanto las conformidades como esto último, descargaría de mucho papeleo a los juzgados, y consecuentemente haría que la Justicia funcionara de manera más ágil.

Conclusión: que no me creo eso que se dice que no interesa a nadie que la justicia funcione bien.