Ya no abren los informativos con ellos y por eso son muchos los que creen que todo ha pasado. Pues no. En Magaluf (Mallorca) siguen llegando jóvenes ingleses a ´vivir la vida que son dos días´, aunque para algunos ha sido mucho menos, pues saltar desde un balcón o beber alcohol e ingerir drogas hasta estar fuera de sí les ha arrebatado el futuro. Los vecinos están hasta las narices y los empresarios hacen caja. Pero la cosa se les ha ido de las manos. ¿Culpables? Yo empezaría por los propios jóvenes. Los niños y niñas ingleses cuyos padres no entienden cómo los españoles gritamos tanto, dormimos la siesta y nos gusta una fiesta cada dos días. No lo entienden, aunque sí que comprenden que sus retoños deseen venir a la costa española a disfrutar del buen tiempo. ¿Son ciegos o no quieren ver? Si tú, español, alzas la voz a carcajada limpia en algún pub inglés te miran con cara de asesino. Pero sus hijos tienen licencia para todo. Y que no se equivoquen, que Magaluf existe todo el año, porque los grupos de inglesas que acuden a Benidorm de despedida de soltera copan los vuelos de Ryanair. En dos horas pasan de ser buenas chicas inglesas a sacarse las tetas en cualquier bar español. No se debe generalizar, pero haberlas, haylas.