A estas alturas de la Historia, acaso pueda ya hablarse de una escuela catalana de evasión fiscal. De Pujol abajo, toda la maquinaria institucional, aquella que denunció Maragall hasta que lo callaron los mismos propios que también participaban del evento. Sólo que en el caso de Pujol lo grave no es la evasión, sino cómo se obtuvo lo evadido.

Aunque eso lo saben todos los que pagaron, y todos los que cobraron, media Cataluña, la que se reivindica como diferencial cuando su sistema de robo es no sólo hispánico, sino universal. Vino el joven Messi también de una gran escuela de robo organizado: en Argentina, como se sabe, el Régimen entero se fundamenta en el expolio de los humildes por esa crápula institucional que es el partido de la señora Kirchner. No debía resultarle raro, ni a él ni a su señor padre, lo que ocurría en Cataluña.

Donde fueres, haz lo que vieres, mucho más en el caso de un chico criado en la principal institución simbólica del catalanismo: el F. C. Barcelona. Lo que, sin embargo, resulta bastante intolerable, si no hubiéramos estado 35 años tolerándolo todo, es el último mensaje que ha hecho público el señorito Messi sobre los leones y los corderos: «Un león no se preocupa por la opinión de un borrego».

Al parecer, el mensaje podría ir dirigido al juez que ha decidido mantener su imputación por delito fiscal. Una respuesta acorde a la humildad que nos venden sus exégetas.

Hay quienes se empeñan en que Cristina de Borbón lo sabía todo sobre las andanzas de Urdangarin, pero Messi no sabía nada sobre sus propias declaraciones de renta. Emocionante. Azulgrana. Ya se sabe que el barcelonismo es la casa común del nacionalismo. Y en ella caben desde Pujol hasta Messi.

Tengan ustedes un feliz verano. Los pobres también tenemos derecho a evadirnos, ya que no tenemos nada que evadir.