Hoy hace 460 años que el entonces Príncipe de Asturias, que después se convirtió en el famoso rey Felipe II, se casó con una reina inglesa, María Tudor, y ambos fueron proclamados reyes de Inglaterra, Francia, Nápoles, Jerusalén e Irlanda. Jo, cómo pasa el tiempo y cómo han cambiado los hechos y costumbres. Ahora, el Príncipe de Asturias se proclama Rey, porque su padre se ha cansado de serlo, de una España más o menos hipotecada por Europa, y se casa con una plebeya, como diría el nada picado ni rencoroso Jaime Peñafiel. Así que en estos tiempos, nada de conquistas, a no ser que sean las de llegar a fin de mes para los que tienen trabajo o encontrar éste para los que están desempleados. Ahora sí que se pone el sol en el territorio español y en los bolsillos de los que viven en él, no como con aquel Felipe II. Y en realidad solamente hay tres Felipes por medio. De enviar a nuestras tropas a conquistar el mundo, por ser el Imperio más cotizado, hemos pasado a mandar a nuestros jóvenes a buscar trabajo a otros imperios. Menos mal que todo esto es cíclico y llegará un momento en que guiados por el idioma español castellano, que junto con el chino mandarino desbancará al todopoderoso inglés, y volveremos a ser una potencia mundial. Lástima que ni la Merkel ni yo estaremos para verlo.

Entonces, me refiero a hace medio milenio, no hacía falta inviolabilidades ni aforamientos reales, bastaba con hacer una guerra contra cualquier país enemigo o envenenar a quien se pusiera pesado e inconveniente, y después a cazar y a comer, que lo de lavarse parece ser que era otro cantar. Ves, en eso sí hemos mejorado bastante, ya no existen más guerras que las sucias para financiar partidos, y poner zancadillas al compañero de profesión, trabajo u oficio. Pero esta corrupción es lo único sucio que tenemos porque el aseo personal para ser limpios como el chorro del oro sí lo tenemos. Eso sí, mientras no tengamos que pagar el agua al precio de la luz, que entonces tendríamos que volver a la suciedad isabelina, o a bañarnos en acequias, canales o arroyos.

Cómo se nota que estamos en vísperas del mes de agosto y el cuerpo está ya preparándose para la inhabilidad. Y cómo se nota que el sol levantino recalienta las meninges, para escribir sobre Felipe II, sé que estarán pensando ustedes. Pero, en mi disculpa, les ruego tengan presente que mucho mejor esto que recordar vísperas a relajarse, aquellas reformas legales que el ministro de Justicia tiene en su mente y a las que se han opuesto muchos colectivos. O recordar cómo se ha desplomado la inversión en la Justicia gratuita en más de 43 millones en solo cuatro años. O cómo siguen si aparecer los millones de muchos corruptos, y los que cobraron en negro siguen sin responder de nada, así como los que han dejado una púa en sus puestos de gestión pública, incluso alguno de ellos continúan aún en sus puestos y, lo que es peor, que los que se han ido, al igual que los que siguen, no les va a costar de su patrimonio las deudas que han dejado a sus conciudadanos.

Felices vacaciones, y ya verán cómo en septiembre todo se arreglará.