De nuevo tocaba un desayuno informativo, de los que organiza el colega José Luis Rodríguez, presidente de Nueva Economía Fórum. En esta ocasión, la convocatoria tenía cierto morbo: el líder de Podemos iba a dar una conferencia en un hotel de cinco estrellas de Madrid. «¿Por qué se llama como el tipógrafo de Ferrol?», me preguntó el ectoplasma de Durruti que, como siempre, acudió a mi encuentro para que le invitara al tradicional cortadito. «¿Tú crees en la predestinación?», le contesté. «¡Soy ateo y libertario!», me respondió ofendido. «Pues eso», y le dejé con la taza en los labios. Dos salas hasta la bandera para escuchar al eurodiputado, al no-líder de la izquierda imposible o al líder de la izquierda necesaria. Él lo tiene muy claro: ahora no se trata de ser de izquierdas o de derechas, se trata de ser demócratas, de recuperar la democracia, eso dijo, y de ser patriota, patriota español, también insistió mucho en ello.

Su exposición fue correcta, con un inicio atronador para superar la aparente contradicción de hablar en un hotel de lujo: «Lo que cuesta una noche en una suite de este hotel es más de lo que gana al mes, por ejemplo, un camarógrafo que cubre este acto». Iglesias tiene un hablar río, parece que no le gusten los puntos y aparte, ni las pausas. Quiere exprimir el tiempo y llenarlo de conceptos, lo cual puede provocar una cierta desconexión en su auditorio.

Todo iba bien hasta que llegaron las preguntas, y su trampas, y el eurodiputado se metió de lleno en sus charcos: «Pablo Iglesias: el terrorismo etarra tiene base política» fue el titular más repetido en los medios después de una larga intervención en la que habló de cosas mucho más interesantes. Pero estaban casi todos los periodistas con la escopeta cargada previamente, como si se arrepintieran del producto que contribuyeron a crear. Mientras era solo tertuliano, resultaba pintoresco; ahora que puede tocar algo de poder, puede ser peligroso. Pero el patriota español tampoco se descompuso cuando un venezolano le acusó, a gritos y puesto en pie, de asesorar a Chávez y a Maduro, al parecer dos de los más grandes criminales de la historia. ¿Por qué no se publica la lista de partidos y políticos extranjeros asesorados en sus campañas y en sus mandatos por importantes cerebros del PP y del PSOE? Sería curioso conocerla.

A la salida, Durruti me despidió algo inquieto, «tienes razón, está predestinado».