Desde el principio sospeché que el corredor mediterráneo no llegaría nunca a Murcia. Aparte de que era suicida dejar las comunicaciones españolas con Europa en manos de los separatistas.

Sólo a unos ingenuos (por no decir que un poco tontainas) se les ocurriría pensar que una alianza con los nacionalistas catalanes podía conducir a algo que no fueran ventajas para los nacionalistas catalanes. Y encima poniendo al frente a un furibundo nacionalista como Joan Amorós.

La frustración de la Cataluña catalanista, que ha llevado a la actual situación, se debe a la propia naturaleza del nacionalismo: su incapacidad para incorporar a otras regiones a lo que pretendía ser un proyecto de España nueva, ya no sólo castellanocéntrica. Su histórica mezquindad, su falta de generosidad que hacía que al final, como en la Operación Roca, los españoles sospecharan que Cataluña no buscaba nunca más que su propio beneficio. Y que, como en este caso del corredor, sólo usaban a los demás (a los pijoapartes murcianos y andaluces) como batientes contra ´Madrit´, pero jamás por solidaridad con el sur.

Recuerden a Maragall: ni una gota de agua para el sur. Esto dice el programa de Convergència para Europa, en su capítulo de infraestructuras, punto 3, página 65: «Potenciaremos el corredor mediterráneo viario i ferroviario (Valencia-Barcelona-Montpellier-Lyon-Milán/París) para mejorar la conexión de Cataluña con los principales ejes viarios y ferroviarios de Europa». En otro momento dicen también que «la costa de Alicante a Palamós puede ser (€) la mejor puerta de entrada a Europa», hablando de las mercancías asiáticas y Europa. Pues ya saben los empresarios y el Gobierno murciano a qué llaman corredor mediterráneo estos barandas. Y ahora que sigan invitando a Amorós a zarangollo y pierna de cabrito.