Hay vidas y vidas, hay muertes trágicas que pertenecen al misterio y a la sorpresa, hay existencias multiplicadas que dan razón a la muerte precipitada. Asombra comprobar algunos capítulos en la vida de Hemingway que le revitalizan y le convierten en el anciano que nunca fue, porque en julio de 1961, con tan solo 62 años, paranoico y tras recibir veinticinco electrochoques, el Premio Nobel se dispara un tiro en la sien. La Casa Blanca, el Kremlin y el Vaticano lamentan oficialmente su pérdida€ Mantuvo a su madre cuando su padre también se suicidó y enviaba cheques a escritores enfermos.

Su primer San Fermín fue en 1923. Vino ´a inspirarse´, por idea de Gertrude Stein, quien le sugirió «escribir como pinta Cézanne», que es consejo difícil de seguir. El escritor volvería a la fiesta pamplonica una decena de veces más en busca de inspiración. La Stein, retratada por Picasso, se divertía comprándole al maestro e invirtiendo unos francos en Matisse. Hay mujeres en la historia soberanas y soberbias.

Hemingway fue ambiguo en los pasajes de su vida y en algunos mentía. De niño recorría con su padre, ginecólogo, las reservas indias de Michigan. «Tengo sangre india», decía faltando a la verdad. Voluntario en Italia en la I Guerra Mundial, una ametralladora le destrozó una pierna cuando cargaba con un herido. Le sacaron trescientas esquirlas y le concedieron cuatro medallas. Fue también en Italia, con 19 años, cuando afirmó, previendo su futuro: «Es mejor morir en la juventud aún no decepcionada, irse en un destello de luz, que con el cuerpo consumido y las ilusiones perdidas». Para Marlene Dietrich fue el hombre más fascinante nunca conocido.

Guardaba dos grandes ´tesoros´ artísticos, según sus gustos, El guitarrista, de Juan Gris, y La granja, de Joan Miró, ambos autores españoles. De cuando el arte español guardaba su consistencia heredada de los grandes maestros. Hay vidas y estancias en la tierra de fin de semana, destinos temporales y aburridos; y hay vidas renacidas en mil otras vidas a cada paso. Quien inspirara al cine de manera excepcional con su obra, tuvo decenas de amantes. «No es cierto que las africanas sean incapaces de amar», dijo, «pero no conocen el pudor».

Aventurero y escritor, su cerebro fue ahogándose en ríos de ginebra y una docena de conmociones cerebrales, sufridas en guerras, cacerías y continuos accidentes. Recaudó dinero en Hollywood y costeó con él veinte ambulancias para la causa republicana española. Hizo cuatro viajes al frente republicano y se instaló en Cuba en 1940. El FBI tenía un informe secreto sobre su vida y actividades, y eso no resulta fácil.