Una pena para los buitres carroñeros que la muerte de Adolfo Suárez no haya coincidido con la Navidad, para así poder abarrotar los centros comerciales de libros sobre el expresidente, el Rey, Franco, la transición, el 23-F, Tejero y, lo que más gusta en España, las conspiraciones. Porque ahora, con esto de la primavera, apetece menos leer. Una lástima, digo, para oportunistas como Pilar Urbano, que por lo visto esperaba el fin de Suárez como agua de mayo para poder sacar su librito de teoría. Debo admitir que la tesis de que el Monarca abortó el golpe que él mismo había preparado, la que viene a defender Pila Urbano, siempre fue para mí la más lógica para explicar el sainete de Tejero. Porque, más que nada, me cuesta creer que los militares más monárquicos del Ejército se metan en un golpe contra el Rey. Pero nunca se sabrá la verdad hasta que se desclasifiquen, si algún día lo hacen, los documentos secretos. Ahí sabremos si es veraz el relato ´diegotorriano´ sobre la ya famosa perra Larky y si le intentó morder los testículos al presidente. Desde luego, se hubiera quedado sin dientes. La perra, por supuesto.