Víspera hoy del asesinato hace 2058 años de Julio César, las traiciones por acaparar el poder aún están de moda. Aunque también lo está lo contrario. Defender lo indefendible, metiéndose en camisa de once varas, con pérdida de la objetividad propia que debe tener un cargo público. Miguel Cardenal, a la sazón presidente del Consejo Superior de Deportes, defiende al Barcelona Club de Fútbol por el caso Neymar, con frases tan acertadas como éstas: «Me rebelo ante las desmesura a la que asisto, cuando el club es acosado y acusado». Curiosamente hoy mismo también, dicen las efemérides, que en el año 1909 en Barcelona, Cataluña, España (sic) es inaugurado el Camp del Carrer Indústria, antiguo estadio del Club Fútbol Barcelona. Y esa misma antigüedad, junto con los éxitos obtenidos durante todo este tiempo, es lo que hace imposible la comisión de un delito o de una infracción administrativa por el club citado, según al parecer quiere expresar el señor Cardenal.

Claro que ante tamaña libertad de expresión, inmediatamente: 1. la asociación de futbolistas españoles (AFE) ha salido a recordarle que cuando se metieron con Messi también por cuestiones con la Agencia Tributaria, o cuando los futbolistas del Racing Club de Santander dejaron de disputar un partido de la Copa del Rey, total porque el club no les pagaba sus salarios, o cuando jugadores del Zaragoza como Movilla (también conocido por lo mismo en Murcia) y Paredes, no cobraban, nada dijo la AFE; 2. el sindicato Manos Limpias ha pedido su dimisión por ingerente, indolente e insolente con la independencia judicial, y, 3. hasta la Asociación de Jueces para la Democracia ha protestado por esas declaraciones que atentan a la Agencia Tributaria y a los tribunales de Justicia. E incluso el mismísimo fiscal jefe de la Audiencia Nacional afirma que el artículo de Cardenal publicado en El País sobre el orgullo del club de marras supone una injerencia y un intento de presión sobre la Justicia.

Pero aquí no acaba la cosa, porque ante lo dicho por el citado fiscal jefe hay quien también se rebela por no haber salido ningún fiscal a decir nada cuando el presidente del Gobierno, en vísperas de la declaración de la infanta, proclamaba en la tele su creencia en la inocencia de la misma. Lo que unido a la posición del fiscal de Palma en el caso Urdangarin, en defensa de una hija del Rey, supone una extrañeza que ahora se rasgue las vestiduras con lo de Cardenal. Lo malo, es que „según La Vanguardia„, estos comentarios salían no de la calle, sino de algún miembro del Consejo General del Poder Judicial, que irónicamente proclamaba la aparente sensibilidad selectiva de la fiscalía ante las manifestaciones procedentes de cargos públicos.

Al final, afortunadamente, todo quedará en nada, porque ni el juez que lleva el caso de Neymar ha pedido amparo al Consejo General del Poder Judicial, ni éste de oficio se lo ha dado, Y, a lo mejor ni siquiera se llega a juicio si el Barcelona paga lo que parece que adeuda a Hacienda. Ahora paz y después gloria, que al fin y al cabo dinero es lo que cuenta.

Lo último es que Cardenal ha matizado sus declaraciones en el sentido de que el Consejo Superior de Deportes debe velar para que el deporte sea un espacio de convivencia. Es decir, churras con merinas. También Del Nido convivía con el deporte.