Se celebra en Murcia, en estos días, la V Edición del Festival de Cine Internacional IBAFF cuyas siglas homenajean la figura del poeta sufí Ibn Arabí. Esta intercomunicación de las artes es buena, aún a pesar del vértigo que produce el planteamiento cinematográfico y el poético tan madurado, de espíritu puro. Nos hace falta este festival de iniciativa municipal; es la concejalía de Cultura del ayuntamiento de Murcia, que levanta el revuelo de celuloide al que nos estamos refiriendo, unida con otras instituciones de carácter básico como la Filmoteca Regional Francisco Rabal. En Murcia hace falta esta iniciativa que además aborda participaciones y encuentros, exposiciones y un planteamiento multidisciplinar. Es la V edición; cinco años empieza a ser solera. Veámosla.

Las iniciativas cinematográficas de este tipo siempre fracasaron en la capital de la región. Fueron varias las Semanas del Cine Español que terminaron diluyéndose en dificultades de orden económico y político; incluso nuestra tradición en cuanto al Certamen de Cine Amateur o de Cortometraje, que llegó a cumplir medio siglo, no culminó en festival profesional como ocurrió con peor simiente en San Sebastián, por ejemplo.

No son tiempos, en lo económico, para grandes alardes, para planteamientos basados en el glamour, pero este festival tiene el mérito de dejar al margen la pompa y atender a una participación internacional muy numerosa. Un jurado solvente ha seleccionado las películas que han de proyectarse y que vienen a demostrar, a unas fechas vista del aparatoso montaje de los Goya, que en España, en el mundo intercomunicado, hay ´otro cine´ (así se llamaba una revista cinematográfica catalana de los años 50, memorable en sus intenciones; llevaba un subtitulo: «Dedicada al cine amateur y al buen cine profesional); acabado lo que se entiende como cine amateur convirtamos el término en cine de autor y ahí nos daremos de bruces con los sentimientos organizativos del IBAFF.

Se contrasta con los visionados, con la invitación y presencia del maestro Víctor Erice, que hay mucho más fondo de lo que parece en el mundo del cine, también en el español y sus infiernos. Largometrajes, cortometrajes, visiones nuevas, apuestas arriesgadas y siempre artísticas vienen a convencernos de que existe un espacio por explorar, por disfrutar y deleitarse en el intento.

Así, pues, acontecimiento feliz en medio del desierto viviente (por dejar un término cinematográfico en el aire) de la cultura, en general, en el país y en nuestra ciudad de Murcia