Un servidor más de este país de mortales, en donde ninguno escapa a las miserias con las que la naturaleza nos forzó a vivir, haciendo de ello la más justa de las igualdades entre todos nosotros, desea con el debido respeto hacia su señoría y a lo que representa, exponerle lo siguiente, por si sirviera de profunda reflexión:

Sigo con todo detenimiento el caso en el que está imputado el alcalde de la ciudad de Murcia, Miguel Ángel Cámara, y otros menesterosos que a su vera hicieron y deshicieron.

En una ocasión, alguien docto, me contó que hace muchos años, en una cafetería junto al antiguo Palacio de Justicia, a la que el personal togado y no togado acudía a desayunar, tenía puesta ´la oficina´ un patriarca de etnia gitana que saludaba a todos los representantes de la institución con familiaridad, recibiendo, por cortesía y educación, los mismos buenos días que daba. Este gesto era interpretado por ´la clientela´ del patriarca como una familiaridad, cuando no connivencia, con los magistrados y secretarios.

Dicen que solía pedir dinero a la clientela de raza gitana para que las penas fueran más pequeñas, incluso que quedaran absueltos. Luego, saliera lo que saliera, gracias a su intervención y a los cuartos recibidos, les decía a sus clientes: «Era más condena, pero he conseguido que el juez te la rebaje a€». Mientras el juez había actuado con total honestidad y profesionalidad, el cliente del patriarca, hay que suponer, debía irse pensando que se los había llevado.

También me contaron que por unos juzgados de Dios había un intérprete magrebí para asistir a los magistrados en aquellos casos en los que había un encausado de habla norteafricana, y que dicho intérprete decía una cosa al detenido y otra al juez, y en virtud de los cuartos que recibía, sucedía algo similar al negocio del patriarca de etnia gitana. Los magrebíes también debieron irse pensando que el juez los tocaba.

Hechos así nos hacen pensar que detrás de toda persona con responsabilidades sobre destinos, hechos o negocios hay una camarilla que podría estar haciendo de las suyas sin que el número uno de la escala de intervinientes se entere de nada de lo que pasa. ¿Podría ocurrirle lo mismo a Miguel Angel Cámara? Estoy totalmente seguro de ello por lo fácil que es colarla.

Tambien cabe la posibilidad de que hubiera por ahí un energúmeno que vaya presumiendo de su cercanía a un importantísimo político, es más, procurando darle la mano muy afectivamente delante de mucha gente, lo que sería correspondido por el importante político por educación. Luego, utilizaría el gesto, que repetiría en todos los actos públicos, para sacar tajada de donde le interese. ¿Es culpa del importante político? Obviamente no.

Ni señórías ni importantes políticos están libres de ver su honestidad y honradez tiradas por los suelos cuando se cruzan por sus vidas personas impresentables de este tipo que los hacen corruptos ante algunos, y con mucha dificultad de probar la inocencia.

Créame, yo no soy estómago agradecido, porque nada recibo ni nada tengo que ganar, pero hay tantas huellas de la injusticia en mi piel laboral que he sucumbido al atrevimiento de escribir este artículo, con el debido respeto, a su señoría.