España ha recuperado la dirección de su futuro. Parecía imposible, hace tan sólo dos años, que pudiéramos remontar la situación, cuando el Gobierno popular fue elegido por los españoles en una situación de profunda preocupación social y política, con las cuentas públicas quebradas, al borde del abismo en el sostenimiento del bienestar social. El diagnóstico de España era catastrófico y el pronóstico europeo para nuestro país era desalentador.

Pero una vez más, con el esfuerzo y sacrificio de todos los españoles y con un Gobierno popular reformista, con criterio e ideas claras, hemos conseguido en un tiempo récord reorientar esa deriva para dirigirnos hacia la senda del crecimiento y la creación de empleo.

Lo peor ha pasado. En años en los que nos hemos empleado a fondo para recuperar la economía de España y volver reconducir la situación. Veinticuatro meses soportando la demagogia de la izquierda irresponsable porque tuvimos que tomar duras e inevitables decisiones de urgencia. Dos años en los que hemos estado ocupados de lo urgente para salvar lo importante.

Pero sabíamos que estábamos en la buena dirección. Y ya no se habla de esto. Ahora escuchamos a los analistas hablar de con qué intensidad será la recuperación y de cuándo tendremos creación neta del empleo.

Aún no podemos estar satisfechos, somos inconformistas porque sabemos que nos queda mucho por hacer. Ahora toca recuperar la economía de los españoles. Porque nuestro objetivo debe ser, precisamente ahora, mejorar la capacidad adquisitiva de los ciudadanos, centrándonos en la economía de las familias y en la creación de empleo.

Con este objetivo vendrán nuevos paquetes de reformas del Gobierno popular. Los tres grandes ejes con los que volveremos a dirigir a nuestro país hacia el crecimiento y el empleo se centrarán en la bajada de impuestos, la recuperación del acceso al crédito y la generación de empleo estable y de calidad.

Los esfuerzos de la Administración por contener el déficit, reducir el gasto público y volver a generar caja han permitido que miles de proveedores cobren las facturas pendientes de la fatídica época del despilfarro y el descontrol presupuestario socialista. Ahora, esta regularización que ha supuesto el plan de pagos genera confianza y hace que esas miles de pymes y autónomos que han sobrevivido puedan continuar su actividad y crecer. Si junto a estas medidas se implementan medidas que rebajen la presión tributaria e impositiva sobre pymes y familias, lograremos estimular definitivamente el crecimiento económico.

La reestructuración del sistema bancario fue una urgencia de Estado, una necesidad imperiosa para lograr que nuestro sistema financiero no quebrara. El rescate bancario ha sido el rescate de los ahorros de millones de familias y empresas, y una medida que nos ha permitido mantener nuestra credibilidad como país seguro para inversores y ahorradores. Ahora nos ocuparemos de generar los estímulos para que el crédito llegue realmente a las familias, a las pymes y a los autónomos. Y esta medida contribuirá a que crezcamos en la dirección adecuada.

Y, por último, nos encontramos con la imperiosa necesidad de generar empleo estable y de calidad. Las medidas urgentes han estado volcadas en paliar el insoportable nivel de desempleo juvenil. Con reformas como la LOMCE, la Garantía Juvenil o la ley de Emprendimiento y el Empleo Joven vamos a lograr reducir considerablemente este gran problema de Estado. Pero tendremos que trabajar duro para que nuestras empresas sigan creciendo, aumentando cuota en los mercados internacionales. Sólo con mayor competitividad de nuestro tejido empresarial seremos capaces de lograr mayores cotas de calidad y nivel en nuestro empleo.

La Convención Nacional del Partido Popular, celebrada durante el pasado fin de semana en Valladolid, demuestra que hay nuevas ideas, propuestas e iniciativas para garantizar una sociedad de bienestar basada en las oportunidades y el empleo a los que todos los ciudadanos tienen derecho.

En definitiva, cerramos parte de un ciclo reformista que nos ha sacado de uno de los momentos más negros de la historia de nuestro país. Y afrontamos con gran optimismo y fortaleza una nueva etapa con más propuestas que nos llevarán al camino de la recuperación de nuestra economía y nuestro empleo. Estamos, sin duda, en la buena dirección.