Esta historia se hace breve ya que es por todos conocido el modus operandi: promotor, constructor y políticos, un mix que tantos disgustos nos ha dado en nuestro país, y que se ha convertido en denominación de origen en Murcia, donde, para más inri, hay fotos de brindis incluidos que todos hemos visto. No seré yo quien señale culpables, eso debe hacerlo la Justicia, pero las responsabilidades sólo pueden apuntar en una dirección: los políticos locales y su cabeza en el Ayuntamiento. La realidad es que Murcia, séptima ciudad de España, y los murcianos no merecemos tener a un alcalde en entredicho, imputado, que por acción u omisión favoreció el modelo del pelotazo urbanístico. Si lo ignoraba no merece ser alcalde; si lo conocía y no hizo nada, si actuó con alevosía, es cómplice de las presuntas irregularidades. Y era él quien debía velar por el buen gobierno de Murcia.