The elephant in the room es el título de la portada que Time Magazine ha dedicado al recientemente reelegido por abrumadora mayoría gobernador de New Jersey, Chris Christie. El título tiene un doble sentido y entiendo que su utilización resultara irresistible una vez que a alguien se le hubiera ocurrido.

El ´elefante en la habitación´ significa justo lo opuesto que nuestro ´elefante en una cacharrería´, ya que se refiere a algo enorme que, estando inevitablemente presente en la conciencia de todos por su tamaño, nadie quiere mencionar, o de lo que nadie quiere hablar. Es el silencio cómplice lo que sugiere, no el estruendo ensordecedor.

Y es que el enfrentamiento entre el Tea Party y el centrismo de Christie es el gran debate que puede acabar con una división irreconciliable „que no sería la primera„ entre los radicales y los extremistas del partido republicano, al igual que también sucedió con los candidatos demócratas en el año 2000 (con un Ralph Nader, ecologista radical, que dividió el voto demócrata e impidió la victoria de Al Gore, otro ecologista reconocido aunque no tan radical).

Pero la más que probable candidatura de Christie a las primarias republicanas, con el problema que acarrea por su incompatibilidad manifiesta con el Tea Party, no es solo el tema del que nadie quiere hablar ahora, sino que la frase ´el elefante en la habitación´ también hace referencia a la descomunal gordura del susodicho Christie.

Tan gordo está el gobernador que él mismo utiliza su obesidad manifiesta como recurso permanente para conectar con sus votantes. De hecho, mientras que Twitter se incendiaba con insultos a Time por la obvia referencia a la gordura de Christie, el propio Christie vino a decir que le daba igual lo que dijeran de él, si eso servía para aparecer en la portada de una publicación de tanta circulación como Time.

Y es que la obesidad mórbida está ya tan extendida en los Estados Unidos, que empieza a ser un ´no asunto´, algo que se obvia por ser políticamente incorrecto. Por eso ha causado tanto escándalo la portada del Time, igual que lo causó la referencia indirecta a Christie del vicepresidente Joe Biden, comparándolo a «un cerdo con los labios pintados».

En un país que ya ha elegido a su primer presidente negro, y que parecía dirigirse inexorablemente a elegir a una mujer, Hillary Clinton, ¿será, por contra, el primer país del mundo en tener un presidente con obesidad mórbida?

En Estados Unidos, un país donde la gente hace gala de una enorme „aunque a veces impostada„ compasión humana, elegir a un gordo sería una nueva historia de autosuperación y triunfo personal frente a las dificultades, como en el caso de Obama. Algo que, como demuestran hasta la saciedad las películas de Hollywood, un americano encuentra irresistible y no puede dejar de apoyar.

En España ya hemos tenido un presidente calvo, Leopoldo Calvo Sotelo, y otro con barba y bastante feo, Mariano Rajoy. Pero no olvidemos que tanto Leopoldo como Mariano fueron cooptados por sus mentores. Ninguno de ellos hubiera llegado a ser presidente sin las respectivas designaciones por parte de Suárez y Aznar.

Por lo demás, el resto de nuestros presidentes han sido todos bastante jóvenes, alrededor de la cuarentena, y razonablemente bien parecidos. ¿Será por cuidar su apariencia y mantenerse joven que José María Aznar se ha convertido en un vigoréxico enganchado al gimnasio y al footing?

Aunque comulgo con Aznar en bastantes cosas, sinceramente, me identificaría más con alguien más rellenito como presidente. Tal vez no como un elefante, pero no necesariamente como un galgo o una hiena (que cada uno elija la comparación que prefiera).