Es cómodo criticar esta sociedad y sus locuras desde la grada, es higiénico e indoloro el atribuir errores e insensatez a los que mueven los hilos del mundo y fomentan el absurdo, despiadado e inacabable conflicto bélico. Sí, es posible, pero también es cierto que es la única manera que tenemos algunos de protestar ante algo tan deleznable, hiriente, incompresible y doloroso como es la guerra. No faltan las razones: ideológicas, políticas, religiosas, comerciales€ Para alguien como yo todas estas excusas son solo eso: ¡excusas! Porque no hay nada, ni Dios ni dinero ni estrategia política que justifiquen el crimen de una sola persona inocente. Porque la guerra, a la postre es el exterminio, más o menos organizado, de seres humanos.

Siempre hay guerras. Me sorprende y duele que nunca impere el sentido común, el diálogo; en definitiva, me sorprende que no se pretenda llegar a un mutuo acuerdo, rebasando credos e ideologías, hasta alcanzar la paz. Fronteras que no delimitan un pueblo sino que marcan la diferencia con el vecino. Religiones intransigentes que califican a los ´infieles´ de enemigos mortales. Políticas de estado que parecen en constante búsqueda de un motivo (y si no se lo inventan, solo hay que echar un ojo a los libros de Historia) para emprender un ataque, muchas veces ´preventivo´, como si asesinar a miles de personas pudiese tener las connotaciones etimológicas de la asepsia médica.

Siempre guerras. Cuando en Siria han utilizado sarín, por supuesto si es cierto es una salvajada inaceptable, la reacción de EE UU ha sido: «Es intolerable este tipo de violencia ´ilegal´, vayamos a tirar bombas ´legales´. Bombas que matan de un modo legal frente a esas otras armas ilegales y para nada aceptables. Es como si a un niño que ha hecho algo mal se le reprendiese a base de trompazos a la par que se le explica lo dañina que es la violencia. No sé, como el pacifista no entiende la guerra, no sabe distinguir entre violencia buena y violencia mala.

¿A quién beneficia la guerra? Estoy seguro de que en un mundo tan materialista e industrializado como este, una guerra no se llevaría a cabo si no fuese porque hay intereses económicos de por medio. Hay personas y empresas que se sustentan de la venta de armamento, eso es evidente. Y la guerra es una situación bastante beneficiosa para el consumo de armas. Siempre me han llamado la atención las imágenes que nos llegan de países tercermundistas que se hallan en conflicto. Edificios derruidos, escombros sobre terrenos que un día fueron avenidas, gente desnutrida y mal vestida deambulando sin rumbo por las extrañas ciudades transformadas en vertederos bélicos.

Y, sin embargo, a pesar de esta evidente precariedad, pobreza y grisura, hay hombres armados con unos fusiles gigantescos que bien valdrían el sustento de toda su familia durante todo un año. Siempre me ha parecido una imagen surrealista la del pobre miliciano desnutrido portando un arsenal de armamento. Es extraño el mundo, no comprendo la guerra, la violencia, ¿tan poco vale la vida? ¡Ay, Kafka que tus libros se están volviendo realistas!