Aún desde la semejanza ideológica y programáticas, desde la compartida visión de la realidad política existente, se producen legítimas y diferenciadas interpretaciones del cómo gestionar y administrar la fuerza electoral prestada por la ciudadanía. Y ello independientemente de que sea incuestionable que la decisión final sea adoptada con pulcritud democrática en referéndum vinculante que exprese situaciones diversas en Andalucía, Extremadura, Asturias y en cientos de municipios de nuestro país.

Atribuir intenciones espurias o quiméricas, es cuando menos menoscabar el resultado de la decisión colectiva cuando no coincide con la propia, situando ésta en un nivel analítico superior cuando no en un estado de superioridad moral y ética, desconocedor de las miserias humanas que acaban arrastrando la voluntad política de los demás.

Y es mi a juicio necesario, respetando siempre y en todo lugar la libertad de expresión y opinión, equilibrar por justicia y por igualdad el grado moral, ético y de compromiso político de quienes en un ejercicio democrático decisorio resuelven en un sentido no coincidente con el propio.

Es legítimo interpretar que el uso y utilidad de la fuerza electoral lo sea para distinguir, diferenciar y si vienen bien dadas aumentar el espacio político alternativo al neoliberalismo. Pero tan legítimo es defender que esa fuerza y su influencia ha de hacer valer su espacio, sin renunciar a la aplicación práctica parcialmente de su programa político.

No es cuestión de puros y contaminados, de buenos y malos, de firmes o tentados, sino de respeto a las decisiones democráticas respecto a las políticos de alianzas adaptadas en congresos o referéndums vinculantes. Al igual que es sumamente injusto atribuir a nuestra posición abdicadora de influencia los males de las políticas que derivan de su voluntad, lo es el determinar que el hacer valer en propuesta tu peso electoral legitima el régimen y ahuyenta la organización y respuesta social. En Andalucía se demuestra lo contrario, el Boletín Oficial de Andalucía (BOA) parcialmente alumbra que es posible otra política en el marco de sus competencias, como en el Boletín Oficial del Estado (BOE) sería posible otra política en el marco de sus competencias y en la determinación de las que imponen desde Europa.

Subimos, crecemos, necesitamos demostrar que nuestras propuestas son visibles y posibles. Queremos ser mayoría, trabajamos para ello, todos. Pero lo haríamos mejor aún si ofreciéramos la esperanza necesaria de las pequeñas recompensas, de la combinación calle e institución, del binomio presión-conquista en tanto alcanzamos esos umbrales. No vaya a ser que una mayoría, no tan vanguardista como nosotros, no entendiese la renuncia y la abdicación de la influencia que su voto determina.

En el mismo plano de compromiso moral y ético hemos de interpretar las intenciones o posiciones políticas sobre el qué hacer, dirimiendo la interpretación siempre a través de la voluntad democrática.