No es una estrella cualquiera, acaba de cumplir cincuenta años en el universo único del placer. Se trata de la familiar Estrella de Levante, una marca comercial que es algo más que eso. Una institución arraigada en nuestra sociedad alimenticia, en el ocio, en el gran gustazo de saborear una cerveza propia. Murcia la ha hecho suya y la consume y la bebe, y la disfruta y comparte proyectos con los gerentes y responsables de la denominación. Ellos están implicados en la vida de la región, tienen conciencia colectiva de lo que significa un producto familiar; han sido cuidadosos con los residuos que produce su industria e instalaciones en Espinardo, han sido premiados por su limpieza por el mismo Ayuntamiento de la ciudad. Decir Estrella de Levante es decir algo nuestro, sin mirar más allá del registro de las patentes.

Conozco a los directivos de esta empresa modelo; conocer es poco, soy del mismo grupo escolar infantil de los Padres Capuchinos, allí estábamos él -Patricio Valverde-, el hacedor de este rubio imperio, y yo mismo, críos que no levantábamos dos palmos del suelo. Una vida, él en lo suyo y yo en lo mío; yo reconociéndole en campañas de promoción de un producto inmejorable, esa cerveza de espuma justa, refrescante y al borde de la genialidad. Admirandole.

Quintos, tercios, litronas (con perdón); latas, botellas, con alcohol y sin él; barriles a granel para sabedores de tirarla sobre copas trasparentes, sobre jarras heladas. Esta industria tan murciana es una fiesta para los sentidos, para nuestra vida diaria, para los acontecimientos. Sus camiones tienen preferencia en el tráfico porque, como dice mi hermano Miguel Massotti, son un servicio social y urgente. Me gusta esta lúdica exageración del concepto.

Estamos a bordo de la primavera y el verano apunta que llega con sus calores y sus venganzas; ahí estará ella esta rubia despampanante para combatir la sed con el arma de la dulzura del paladar. Me gustan estos cincuenta años industriales que acaba de cumplir la Estrella menos fugaz del firmamento de nuestros cielos urbanos y rurales. Fórmula alegre para revitalizar los ánimos y repartir felicidad a las capas sociales de todo el listado social. Un vaso sudando grados a temperatura justa, trasparentando un color y una textura única; una cerveza autóctona, una de nuestras raíces más generalizadas en la población. Es un acontecimiento además de un aniversario; un embotellado feliz. Lo compartimos con sus cuidadores, les felicitamos por el esfuerzo. Y brindamos por el otro medio siglo que empieza. Salud.