Hace un tiempo, un consejero del actual Gobierno Valcárcel se me lamentaba en su despacho, hablando del Gabinete: "Hemos decidido ser socialdemócratas". El consejero tiene convicciones liberaloides, y no se llama Juan Bernal ni es el vicepresidente económico de Murcia. El consejero no acababa de entender que aquí se sacrificase la pasta para inversión -que identificaba con crecimiento- en aras de mantener hasta el final los gastos sociales, hasta el precipicio y un paso más allá. Si Murcia acaba siendo inviable económicamente no será por el capitalismo insolidario del que tanto habla Izquierda Unida, sino más bien por lo contrario.

Desde hace años, desde mucho antes que el Gobierno de Rajoy diera orden no escrita a sus Comunidades autónomas (ya vulnerada por los hechos, en sitios como Castilla-La Mancha o Madrid) de que en punto de hacer recortes todo era prescindible excepto el Estado de Bienestar, en Murcia ya sólo hay alguna pesetilla para que no se venga abajo el tenderete de las 'conquistas sociales'. El tan mentado 'modelo de Valcárcel' de los últimos años ha sido precisamente éste, el de mantener el Estado Social, sugerido, que no impuesto (a Valcárcel no le hace falta imponer) al pequeño pero influyente sector liberal de su partido y su Gobierno, y aquí ya incluiríamos al vicepresidente Juan Bernal, un economista ortodoxo. Los famosos 'dos bandos' que se dice existen en el Gobierno Valcárcel, estructurados en torno a filias y fobias personales de unos consejeros que van desde el centro izquierda hasta la tradicional derechona, pasando por el apoliticismo tecnócrata, tienen paradójicamente como cabezas señaladas a dos políticos de ideología similar: son modernos liberales, con lo que eso significa. Valcárcel, por encima de esos dos bandos, y a pesar de que su sensibilidad es también liberal, es quien personalmente ha mantenido la socialdemocracia en Murcia, y lo que el PSOE llama 'políticas fracasadas' (que son las políticas exitosas cuando hay ingresos), son las mismas que el PSOE ha llevado siempre en su programa.

Valcárcel, entre dos males, ha seguido optando en esta época imposible y hasta hoy por un modelo social contra uno economicista, y eso casa poco con las instrucciones recibidas últimamente desde el ministerio de Hacienda. Si continúa negándose a meterle mano a fondo al Estado de Bienestar, único concepto de donde saldría un ahorro sustancial, se habrá convertido en un 'líder regionalista' y dirán que va, sin pretenderlo así, por su cuenta y riesgo.