Tico Medina le trajo a Juan Bautista Sanz una piedra de la casa de Pablo Neruda, en Isla Negra. Juan Bautista que es generoso de carácter cultural, tiene de esos extraños paraísos perdidos que hacen de la vida lugar de reencuentros. Por eso ha llegado hasta mí la piedra. Pero no es una piedra cualquiera. Le pasa a estos gestos poéticos que son también, como él mismo me dice, talismanes de fortuna, objetos poéticos que, a quienes creemos en ellos, conforman un mundo, nuestro mundo.

Recuerdo la colección de cerámica popular que había en mi casa hace muchos años. Y es que hemos ido regalando tantoÉ Le pasaba también a Paco Rabal. Siempre llevaba cosas para los míos cuando venía de Madrid a Águilas y paraba por Lorca: "Asunción, dales lo que hemos traído para ellos", decía Paco. Y Asunción: "Pero, Paco, si lo hemos regalado todo durante el viaje". Y un día, de aquellos ya sin nada, me dijo: "Pues toma, un bolígrafo sin mango". Y entonces me hizo un poema Con ese título. Pues eso, generosidad sin límites y poesía son la misma cosa.

Juan Bautista me ha regalado su piedra de Isla Negra, de la casa de Pablo Neruda junto al mar, donde también el poeta coleccionaba mascarones de proa, caracolas, barcos embotellados, mapasÉ Y es que hay gente que guarda objetos por emoción estética. Las emociones toman forma: las estrellitas de mar o las piedras rodadas por un tiempo de intemperie y agua salada son también cosas de guardar. Por eso, esa piedra traída desde allí, vulneraba la censura que aquel posterior analfabetismo golpista chileno mantenida con la poesía comprometida. Esa piedra, digo, tiene el valor de una residencia en la tierra que, como la de Neruda, se hizo a golpes, como canto rodado ("Entonces arreció la marejada / y un golpe de ola dura, / una mano de piedra / aventó los guijarros").

Por eso, Juan Bautista Sanz, que es pintor y escritor, guionista y cinéfilo, emprendedor cultural y hombre renacentista, observador de los pequeños detalles que hacen más llevadero el ocaso del tiempo, no me ha dado sólo una piedra, sino que me ha traído la poesía, las odas del poeta equinoccial donde el río del mundo palidece con su canto, donde miles de hermanos se asomaban a su escritura de color verde para sentirse en sus poética amorosa de capitán, o aquellos versos denuncia de la guerra incivil española, y los otros, los de la alegría, los del vino de primavera y el vino de otoño, de la mejor poesía americana escrita en lengua castellana donde Isla Negra y esa piedra son símbolo y refugio poético, piedra historia donde brotan mares, arenales y tempestades y también se asoma el crepusculario de una multitud de brazos retornando entre sirenas de un corpus lírico que estremece como los arreboles.

Agradezco esta piedra blanca como un resurgir del recuerdo cuando Chile estaba vivo. Y brotan de ella las grandes alamedas de Santiago que gustaba Allende pasear y fueron su última palabra, y el cuerpo de una mujer de blancas colinas y muslos blancos bajo el efecto retornado en la vida de aquellos poetas que izaba Neruda en su casa de las flores en Madrid, donde se sabía de un poeta que recitaba sus versos con una calidez de tiempo no agotado, como esta piedra de Isla Negra "convertida en paloma, / convertida en campana, / en magnitud, en viento / penetrante: / en fosfórica flecha, en sal del cielo".

Los objetos poéticos, como un cuadro, un libro o una canción sostienen el misterio de múltiples evocaciones y la imaginación de quien sabe que una piedra con su pequeña historia, como esta que ahora tengo entre mis manos, no muere nunca porque viene del rayo incesante de un tiempo lírico indestructible. Y la piedra recorrerá el mundo, como lo hace el viento coronado de espuma. Porque un regalo así, de la poesía, es de aquella torre de luz que clamaba el poeta, del efecto mariposa que es la piedra América.

Piedra poética esta de Neruda: espinazo irreductible, piedra infinitamente pura, sellada por lo cósmico, dura de sol, energía de sueño mineral, cumbre, roca, montaña, continente; poesía de un canto general del Pacífico, memorial de Isla Negra donde pude retornar al poeta de la mano generosa de mi amigo Juan Bautista.