El Borbón Luis XVIII quiso intervenir en las dietas de los diputados y se lo dijo a Talleyrand: "Ser diputado es un honor; no debería remunerarse". Pero el ministro le advirtió: "Majestad, eso de que los políticos de provincias se paguen la estancia en París es algo que puede costarle caro". El honor que suponga más gasto de la cuenta, también se esfuma; véase a Depardieu. En Pravia, a mediados del XX, se promovió una cuestación para erigirle una estatua a Angelín, flautista, poeta y jardinero; llevaban recaudadas trescientas pesetas y comentó Angelín: "Cuando lleguéis a quinientas decídmelo, el dinero para la estatua me lo entregáis a mí e iré todos los días a ponerme un ratín sobre el pedestal". Aunque la honra está bien, la plata la refuerza. Páguese lo necesario a los diputados para que den la cara y mantengan el tipo en la peana.