La Academia de Bellas Artes Santa María de la Arrixaca ha recibido como nuevo académico al pintor Manolo Barnuevo Fernández-Reyes. Ocupa el lugar que dejara vacante la dolida muerte de Manuel Muñoz Barberán, pintor e investigador ya en la historia contemporánea de nuestros siglos. Se le recibió solemnemente, como es protocolario en este tipo de actos e instituciones; con el ´todo Murcia´ abarrotando el salón de actos de la Díaz Cassou que se quedó pequeño; el nuevo académico de número leyó su muy brillante discurso de ingreso con emoción y un punto de ilusión que, quienes le conocemos, sabemos descubrir en su naturaleza. Hizo un repaso enciclopédico por todo su saber, que es mucho, sobre la historia del arte; sobre toda ella haciendo hincapié, claro está, en aquellos capítulos más contemporáneos que le afectaron en su vida y formación artística hasta licenciarse en Bellas Artes y, de la mano de González Moreno, entrara en el claustro de profesores de la Escuela de Artes y Oficios donde ha ejercido más de 35 años, enseñando dibujo, hasta jubilarse.

Dicho todo esto „conocido, por otra parte„, ya en la crónica cultural de la ciudad quiero llegar, con brevedad obligada, a esa zona interior que yo pude ver, mientras nos hablaba, en la pasión que conserva Barnuevo por el arte. También recordó sus vivencias, la pequeña historia, sus influencias infantiles, sus tebeos y todas sus fiebres de estudiante ante ese fascinante universo inacabable de la creación plástica. Todo se resume en decir que Manolo Barnuevo ha sufrido de pasión artística durante toda su vida; esto, que se puede entender como un divertimento, lleva intrínsecamente una dosis de sufrimiento para el que no está preparado cualquiera. Es un excelente pintor, despojado de inclinaciones obligadas por el mercado desde el primer momento. En su discurso le agradecí que recordara con admiración al maestro Gómez Cano, al que presenté como un pintor con futuro. No me equivocaba. Me sonrojó (uno no está preparado para querencias inesperadas) recordando que lo presenté en una primeriza exposición en Zero escribiéndole en el catálogo y llamándole ´cardo rosa´; supongo que querría decir a los nuevos ojos que se acercaran a su obra que ahí había un artista con dos aristas: la dura, durísima, del gesto, de lo que se aprecia a simple vista y la ternura de lo oculto en ella. Porque Barnuevo domina lo gestual y matérico a su antojo, dibuja y desdibuja y nos devuelve con entusiasmo a nuestra presencia, su visión de la pintura.

Pasé un buen rato viéndolo en plenitud, agradeciéndole todo lo compartido, que ha sido mucho. Arte, viajes, taller de grabado€ inquietudes. Me falta espacio para su grandeza. El nuevo Académico tiene faena por delante y fuerzas para llevarla a cabo. Enhorabuena y un abrazo, otro más, con el arte por testigo.