No resultaba fácil acercar la figura de jueces y de fiscales al pópulo. Sobre todo los primeros siempre han sido percibidos como seres distantes que han estado allá, en un estadio superior, y a los que cuesta un mundo ver como simples funcionarios públicos, garantes de los derechos establecidos. No ha hecho falta más que oir el tonito empleado por el sin par Gallardón con tal de descalificarlos con una arrogancia supina para empezar a obrar el milagro.

Es hora de que la gente empiece a valorar lo que está haciendo este Gobierno por unir al paisanaje. Es de récord histórico y digno de encomio. No deben quedar colectivos profesionales ni grupos ideológicos, incluídos los de la cuerda, a los que no haya conseguido poner de acuerdo.

Habrá quien quiera ver en todo esto un ramalazo ultra. La exacerbación del Todo por la patria. Por favor, dejémonos de monsergas. La verdad del barquero es que ni los independentista, cuando pensaban que lo tenían de cara, han encontrado resquicio para sus propósitos. No se engañen.

Desaparecido Rubalcaba en combate, el mérito completo del ensamblaje de la ciudadanía corresponde a Mariano y a su muchachada. Solo hay ojos para ellos. Hasta al lucero del alba les ponen las pilas. Oyes las bromas del ínclito De Guindos o los vaticinios de Montoro y es que se produce una descarga tras otra. Y no digamos cuando, de higos a brevas, al jefe de ambos le da por entrar en acción a las claras.

Ayer no le quedó otra que comparecer en el Congreso y lo hizo desafiante. Vino a decir que quién se ha inventado que los pensionistas pierden poder adquisitivo. Representan una fuerza bruta. Van a terminar con la petanca. Porque en su día se cercenó la mili que, si no, más de un jubilita se reengancha dado que vuelven a estar en primera línea de fuego.

Y no quiero ni hacer mención a que también intervino Wert. Que entonces a ustedes es que ya no hay quien los frene.