¿Va a servir de algo? ¿No causará más daño? ¿Ayudará a cambiar el rumbo del Gobierno? No me vengas con demagogia caducada, Pepe, que las motivaciones de la huelga ya no van por donde siempre. Y los que van a la huelga ya no son los de siempre y cuatro más, no; ahora, además, se suma un enorme grupo de gilipollas que vamos a la huelga con cara de gilipollas porque estamos hartos de hacer el gilipollas.

Sí, querido Pepe, te voy a explicar porqué hay que ir a la huelga, pero sin dar los argumentos obreros habituales (que no por trillados son menos vigentes) hablándote de los parados que se reproducen como por esporas, o de la desesperación de los trabajadores que ven peligrar su futuro y el de sus familias; ni siquiera te voy a hablar de los funcionarios, a los que se torea y pisotea sin escrúpulos. No te voy a contar el cuento de los estudiantes que se dejan las pestañas ante sus apuntes sabiendo que navegan hacia la noche, no. No hablaré de estos grupos machacados por políticos de todo signo aunque igual de ineptos, indocumentados, analfabetos, corruptos, ladrones, pesebreros, trepas e imputados que recortan donde menos daño hagan a los suyos y que hablan de brotes verdes o lanzan vivas a la virgen rociera para celebrar cualquier dato de libre interpretación. No te hablaré de todo eso porque hay un nuevo grupo de huelguistas que ayudan a los anteriores a justificar esta huelga por lo numeroso que es y por los muchos gilipollas que lo componemos, como te decía antes.

Este Gobierno ha logrado que obreros y patrones vayamos juntos a la huelga. Que sí, Pepe, hay que reconocerle ese mérito, caramba. Es un logro social. El próximo miércoles, muchos empresarios cerraremos nuestro pequeño negocio echando la persiana con ayuda de los pocos empleados que nos queden, nos repartiremos las pancartas que habremos pintado juntos e iremos de la mano a la manifestación ¿a cambiar el mundo? ¿a pensar que vamos a lograr algo? No, Pepe, no, por supuesto que no es esa la intención. Vamos a la calle a dejar claro cómo es de grande la herida que han causado y cómo es de grande la hemorragia que sufre este país. Vamos a decirles que miles de pequeños empresarios estamos siendo asfixiados con las medidas que todos conocemos a pesar de ser, en nuestro enorme conjunto, quienes de verdad generamos el empleo. Les gritaremos que ya nos hemos dado cuenta de la estafa monumental, porque a los que nos estamos yendo a la ruina nos hicieron creer, los de antes, que quizá la culpa era nuestra por pedir préstamos alegremente para remodelar o modernizar nuestros negocios y no ser previsores; y los de ahora nos pisan sin piedad con el aumento de impuestos que ya saben que no podremos repercutir si queremos competir. Competir a ver si se hunde el de enfrente antes que yo, claro, aunque perdamos dinero, porque el consumo está como ya sabemos.

Somos los mierdas que han estado cuatro años pensando que se hundía por nuestra única culpa el próspero negocio familiar; los emprendedores a los que han hecho creer que su idea de negocio era mala; los que nos hemos rehipotecado para inyectar a un negocio que se ahoga; los que aplazamos impuestos, devolvemos recibos y nos ponemos colorados cuando nos llaman del banco. Somos los que ya no podemos contratar a nadie, pero seguimos pagando y pagando aun a costa de no llevar un duro a casa; y seguimos teniendo nuestro ridículo aspecto y aparente estatus de empresarios en nuestro entorno aunque estamos guiando un negocio muerto, al que le quedan meses de vida, pero que nos tiene tan ocupados que ni siquiera tenemos tiempo de comer con nuestros hijos, porque comen con los abuelos: que el papá y la mamá están trabajando, luego cenáis con ellos, y el caso es que, al final, ni siquiera ganamos lo suficiente para el gasto familiar y nuestros hijos son mantenidos por otros de este entrañable y encubierto modo durante la semana, porque ya llegará el domingo para tragar saliva y orgullo al hablar de nuevo con los abuelos, en la comida familiar, de ese nuevo préstamo de la familia que nos salve el culo por unos cuantos meses más. Sí, los abuelos no sólo mantienen a las familias, como dice el telediario, también los pequeños negocios aguantan con el desgaste de los ahorros y las pensiones de familias enteras.

Miles de pequeños empresarios estamos empeñados de por vida y hemos jodido a nuestras familias con un negocio al que han dejado sin futuro las omisiones de los de antes y las barbaridades de los de ahora. ¿Te parece poco para una huelga, Pepe? Porque el verdadero motivo de nuestras desgracias son todos ellos: nuestros políticos.