Siempre sospeché que el vicepresidente murciano Bernal, bajo su severo aire elitista británico, esconde un humorista. Habla completamente en serio cosas completamente de broma. El humorista no es un gracioso, es un metafísico. Yo mismo algún día llegaré a humorista: de momento ya voy por moralista. El humorista hace frases absurdas de la existencia „la existencia siempre parece absurda„ con la lógica de las palabras.

Analicemos esa frase oxímoron de Bernal sobre los Presupuestos regionales 2013, dicha sin asomo de risa: «Estos Presupuestos son la vuelta a una época ya superada» (su contrincante de IU Pujante ha observado más de cerca la cuestión, llegándonos hasta el olor: «Estos Presupuestos son una mierda»). Como sabe Bernal, si ya estuviese superada esa época, no habríamos vuelto a ella. La época de necesidad en España la pasamos, sí, pero como es evidente no la superamos. Estamos otra vez en lo mismo.

Yo también pensé que estamos en una época ya superada (es decir, nada superada) cuando he visto que el ayuntamiento de Murcia, al llegar la noche, apaga la mitad de las farolas del paseo Alfonso X, para ahorrar energía y darle a mi pueblo una especie de melancolía zamorana. En la postguerra, en la que de nuevo estamos, toda España se parecía a Zamora («hasta los árboles parecen manoseados», observaba Pla en su imprescindible Viaje en autobús).

Mi ama Pascuala, que como ha vivido ve volver, me dice, cuando oye una queja, que tenían que volver los tiempos en que no se tenía para comer. Pero yo creo que esos tiempos ya han vuelto, no sé si para quedarse. El otro día el Príncipe Felipe estrechó la mano tendida de una señora en la puerta de una iglesia, y los medios creyeron que Su Alteza se había confundido porque era una mendiga, pero resultó que los que se habían confundido eran los medios dado que no era mendiga, sino floristera. Estamos de nuevo en la época en que, en España, todos éramos indistinguibles de los menesterosos y nunca se sabía si, ante las autoridades, la mísera ciudadanía tendía la mano para felicitarlas o para arrastrarlas con ella al Infierno.

La ´época ya superada´ que no va a volver me temo que fue aquella en que teníamos dinero.