Una clara sensación de estupor, de incredulidad, de no saber en que país vivimos, se apoderó de la mayoría de los ciudadanos cuando escuchaban a la ministra de Empleo y Seguridad Social, la onubense Fátima Bañez, mostrarse alegre y jacarandosa al declarar su total confianza en la recuperación, ya, de la economía española. Y todo este presunto milagro se debe a las decisiones responsables que el Gobierno está tomando mezclado con la confianza en si mismos, que según ella, tienen sus miembros.

O la señora Bañez vive en un mundo quimérico, que puede ser; o pretende tomar al personal por tont0, que también; o no se entera de qué va la película, que puede ocurrir, porque es difícil entender que alguien con tan alta responsabilidad nos venga con optimismos imaginarios, haciendo coincidir su discurso, que ya es osadía, con los datos del paro que nos hablan de que el número de desempleados ha registrado un máximo histórico, alcanzando una tasa que supera el 25%.

Sí, nos acercamos a la cifra de seis millones de parados, pero a la señora Báñez debe parecerle que aún no es suficiente, pese a que su reforma laboral se haya cobrado, hasta ahora, casi 180.000 contratos indefinidos en el último trimestre, y es que la tan cacareada reforma laboral de ella y de Rajoy ha disparado los despidos vía ERE en un 53% más que en 2011.

Pues pese a estos datos demoledores, la señora Báñez se nos descuelga con algo que no acertamos a calificar porque, según su sesudo análisis, no es que estemos saliendo del atolladero, es que «la reforma laboral está ayudando a muchas empresas a salir de la crisis».

Esta ministra vive claramente de espaldas a la realidad, pero esto es algo que no debería de permitirse un gobernante y menos cuando se ocupa una cartera de tanto compromiso social. Los datos económicos del día a día, la realidad que viven las familias en este país, están tan alejados de lo que nos cuanta esta ministra que nos preocupa pensar en qué manos estamos.

Yo creo que dedica demasiado tiempo al juego del Bubble Shooter, su gran pasión. Y no es que sea malo jugar al Bubble Shooter „aunque todo ha de hacerse con mesura„, pero quizás, como un ejercicio de acercamiento a la realidad, le vendría bien, por ejemplo, hablar con el padre Ángel para que éste le informe de su labor al frente de Mensajeros de la Paz, que cuenta con 332 centros donde se atiende a miles de personas necesitadas de lo más mínimo para subsistir. Su ONG, acuciada por estos tiempos de crisis, ha creado un banco solidario y diversos comedores sociales donde „él lo contaba en una entrevista„ es posible ver a un niño que cenaba en uno de esos comedores guardar en una servilleta una salchicha para llevársela a su abuelo porque éste no había comido nada en todo el día. Esta es la España que tenemos, señora Bçañez, y los políticos, como dice el padre Ángel, deberían hablar con naturalidad de pobreza y hambre. Quizás así se estuviese más cerca de encontrar la solución a tanta sinrazón.