Leo una entrevista al legendario reportero estadounidense Gay Talese y advierto que esto del periodismo empezó a torcerse cuando los articulistas aceptamos escribir quinientas palabras todos los días, cuando en la buena época se tardaba en reunirlas un año. Y qué año: retiro a algún bucólico paraje para pensar el artículo, cheque de anticipo del periódico con seis ceros a la derecha, tarjeta sin límite para los mejores restaurantes, porque entonces se creía que la inspiración moría de pena a base de bocadillos, etc. Talese, famoso por el texto Frank Sinatra tiene catarro, que le llevó cuatro relajados meses en Las Vegas, Hollywood y Nueva York (los catarros antes duraban bastante y además viajaban), es un envidiable ejemplo del viejo y sobrevalorado Nuevo Periodismo americano. Sobrevalorado literariamente, porque del precio ni hablamos. Lo del Nuevo Periodismo americano es justo a lo que aspiraba uno al dedicarse a esto: ser considerado siempre por encima de mis aptitudes y cobrar los adverbios como si fuesen perlas. Cada palabra, un atraco.

Talese, hoy un atildadísimo vejete (esa manía de los periodistas yankis de disfrazarse de pederastas calabreses para que se eche de ver que son pudientes), es muy admirado por los cronistas de ahora, desde Gistau a mi jefe Ángel Montiel, quien me recomendó leyese su tocho sobre el nacimiento del mercado porno en Estados Unidos. Pero me fatiga esto del ´nuevo periodismo´. Que esa enumeración de cosas anodinas observadas a gastos pagados durante meses, años, lustros, sea considerado ´un gran fresco´ (cómo no iban a enumerar, si cuanto más relleno tipo «encendí un cigarrillo en el cruce de Madison con la Sexta» más palabras cobraban).

El periodismo se jodió cuando se inventó el publicar demasiado y sin cheque de anticipo en la mano. Talese escribía una media de seis cosas al año para los medios, cuando hoy cualquier meritorio publica seiscientas. ¡Y aún gallea de que los periodistas se han vuelto vagos! Lo admirable del Nuevo Periodismo es que los medios escritos tuviesen riñón para estirarse así: yo no sé si antes leía más gente o es que los lectores eran todos millonarios. El periodismo se acabó desde que los articulistas no tienen chófer. Por lo que cobró Talese por unas páginas sobre Sinatra tendríamos para fundar cuatro o cinco cabeceras.