Todos los líderes europeos, tanto en el Gobierno como en la oposición, han acogido aliviados el anuncio de la canciller alemana, Angela Merkel, de que impulsará una agenda de desarrollo para activar la economía del continente al tiempo que se mantienen las duras medidas de ajuste incluidas en el pacto fiscal suscrito por veinticinco de los veintisiete países de la Unión.

El candidato socialista a la presidencia de la República Francesa, François Hollande, atribuye el giro económico de Merkel a sus posibilidades de derrotar a Sarkozy dentro de una semana en las urnas, lo que obligaría a reformular los pactos de hierro que los líderes conservadores alemana y galo han alcanzado para imponer sus criterios con respecto a la crisis.

Sin embargo, algunas voces ya se habían alzado hace meses reclamando la necesidad de simultanear medidas de crecimiento y creación de empleo con los duros recortes de gasto público acometidos por el momento. Los Gobiernos de los países periféricos, más afectados por las dificultades (Grecia, Italia, Irlanda, España y Portugal), se ven obligados por los centrales a rebajar su déficit y los recortes de servicios sólo sirven para poder atender los pagos de la deuda contraída en el pasado, mientras multiplican el desempleo y generan inestabilidad social y política. Por ello, tanto Rajoy como los responsables de la Comisión Europea han aplaudido con rapidez la propuesta de un plan de desarrollo que se presentará en junio y que es la única esperanza para millones de parados.