Si expoliación es la acción y efecto de expoliar, expoliar significa despojar con iniquidad, si despojar es privar a alguien de lo que goza, e iniquidad se tiene como injusticia grande. La expoliación, que la mayoría de las comunidades autónomas y nacionalidades vienen ejercitando contra el llamado Estado del Bienestar, puede señalarse, sin error, que es el despojo o privación injusta. La explicación está en la calle, en los centros educativos, en los hospitales, en la indignación de los funcionarios y de los beneficiarios de la educación y la Sanidad públicas.

En estos días asistimos a cientos de reclamaciones, reivindicaciones y manifestaciones de cientos de miles de trabajadores y personas que están sufriendo recortes en sus puestos de trabajo, en sus salarios y en la buena calidad del servicio que prestan. Esto ocurre en todas las Comunidades autónomas gobernadas por el PP, bien sea de origen escolar, universitario, hospitalario o farmacéutico (explico esto último porque en una Comunidad del PP ya no dan los farmacéuticos medicinas sin pagarlas hasta que la Comunidad no pague lo que les debe). Esta expoliación diseñada por los presidentes de las Comunidades que gobierna la derecha es un claro anticipo de la expoliación pública que podría suceder en caso de que el PP ganara las elecciones generales.

Es sabido que el Estado del Bienestar tiene los días contados de suceder lo que las encuestas predicen: que el PP ganará las próximas elecciones generales, y que el presidente de este país será quien desde hace dos años no ha sido capaz de decirle a los españoles la fórmula que tiene para acabar con el paro. Ni él ni sus delfines de partido, que nos cuentan el cuento de su preocupación por el paro y el decaimiento severo de los derechos que en servicios sociales veníamos disfrutando los españoles hasta que la burbuja de un descontrol manirroto de las Comunidades ha estallado.

Si el PSOE e IU explican bien el estado de la cuestión existente y la expoliación pública que viene, el PP podría tener un serio problema.

Aunque es sabido que en el caso de la Región de Murcia, y por el caos en el que se encuentra sumido el PSRM (con una evidente carencia de liderazgo y de personas capaces para trasmitir las ideas y trabajar en beneficio de los demás, en lugar de procurarse, con los votos de las agrupaciones sometidas, por el cornijal de su cargo), será difícil lograr el aumento de diputados, a pesar de haber presentado para senador a una persona de calidad política como Ramón Ortiz; la única opción posible es desmantelar la gobernabilidad de la derecha con el ejemplo del vaciado de caja de esta Comunidad autónoma y de los años que nos esperan en España si el PP lograra hacerse con el poder.

Otra cosa puede ser IU. Ya lo ha dicho con claridad el ecologista y persona independiente y luchadora desde siempre por nuestra Región, Pedro Costa, que encabeza la candidatura al Congreso: «Vengo a potenciar la agitación desde IU». Sin esa agitación, sin esa explicación poco se puede lograr en los llamados partidos de izquierdas. Sobre todo en el PSOE, que ha resultado buen gerente del capitalismo y su mejor aliado, la banca, dejándose llevar por el mercado y a merced de una Europa curiosamente descapitalizada y sin otra idea que la de una falsa unión desfrontelizada y nada fraternal políticamente.

Lo cierto es que la crisis ha puesto a cada uno en su sitio y se ha abierto la brecha del euroescepticismo y de la necia opción «por el cambio que viene». Pero el cambio ya sabemos cuál es: ruptura del Estado del Bienestar y, por tanto, expolio de los servicios públicos con la garantía y el sello del Estado, que podría ser gobernado con las mismas ideas y prácticas que ya han puesto en marcha a través de sus colegas de las Comunidades autónomas: más recortes.

Hasta la expropiación constitucional de los derechos elementales que, en principio, empiezan a despertar a la sociedad que la padece en Sanidad, en Educación y en personas dependientes.

Y más que veríamos, si no sabemos explicar que si esto es lo menos malo, lo que viene es un cambio, sí, pero un cambio radical de marcha: de marcha hacia atrás.