Una de cada tres mociones del PP en la Asamblea Regional se dirigió a Zapatero, tal y como se titulaba en una información de La Opinión del pasado jueves. Y la pregunta es fácil: ¿Qué tiempo dedicaron los diputados populares a las cosas de casa? Ya sé, me dirán que las dirigidas a Zapatero afectaban a competencias del Estado. Pero en qué quedamos: ¿cuando las cosas aquí marchaban bien y había mucho trabajo no era gracias a la buena gestión del Gobierno regional? Pues sobre este tema también le ha llegado a Zapatero alguna que otra moción del Grupo Popular en la Asamblea.

Juan Carlos Ruiz, portavoz de este Grupo, aparecía ante los medios de comunicación para informar de la actividad de la Asamblea en el curso recién terminado y en ese balance hablaba de que, a lo largo del mismo, se han aprobado 36 leyes y una de cada tres mociones presentadas por el PP se dirigieron a Zapatero. Juan Carlos —un político serio, alejado del protagonismo vacuo de otros— dijo textualmente: «No tenemos ningún interés en hablar de Zapatero, sino que queremos que nos trate con igualdad».

Esto de la desigualdad con la que supuestamente Zapatero ha tratado a la Región de Murcia ha sido un mantra que los populares han venido repitiendo a lo largo del curso político con una insistencia digna de admirar, siempre inasequibles al desaliento: Zapatero es el culpable de que esta Región esté a la cabeza del desempleo; Zapatero es el culpable de que nuestros empresarios pusieran todos los huevos en el mismo cesto; Zapatero nos engaña con el vecino de la esquina; Zapatero… así hasta el infinito. Y digo yo: ¿Y cuando las cosas, en la Región, marchaban viento en popa a toda vela Zapatero no tenía nada que ver, aunque sólo fuese una mijita?

Cuando se vaya Zapatero algunos lo echarán de menos, porque se quedarán sin su pim, pam, pum. Sin referente en eso de a quien ´echarle la culpa de lo que pasa´, que parece una canción mejicana, pero que es la realidad que hemos venido palpando a lo largo del curso político que se nos acaba.

Asumir responsabilidades es un acto que nos habla de la firmeza de carácter de los individuos, de la seriedad de los dirigentes, de la coherencia personal que nos hace admirar a quien lo ejercita. Sí, reconocer responsabilidades dignifica a los políticos que las asumen porque el ciudadano admite más la equivocación bienintencionada, pero aceptada, que el ejercicio continuo de negación de los propios errores buscando siempre la culpabilidad en los demás. Y no hablamos de aceptar responsabilidades con complejo de culpa y sí de admitir los hechos tal y como son.