La inseguridad laboral y el desempleo elevan los niveles de estrés. Y frente a los tratamientos farmacológicos hemos ideado (el profesor Ramos, de la Universidad de Salamanca, y yo mismo) el modelo S.O.S., que apela a la inteligencia y a la voluntad de las personas y de la sociedad para buscar soluciones.

En este momento en que se ha disparado el número de personas en paro hay que fomentar el espíritu de supervivencia, al igual que hicieron nuestras abuelas en épocas peores; mejorar la organización de los recursos que existen, algo que recae en las Administraciones, partidos políticos y empresas, e impulsar la solidaridad entre los más necesitados, intentando ayudar a las ONG que apoyan a las personas que peor lo están pasando.

No hay que psicologizar ni psiquiatrizar la crisis económica, como se está haciendo, cuando se habla de atención psicológica a los desempleados. En su lugar proponemos un modelo que exija esfuerzo de todos los colectivos profesionales y sociales, y de los propios afectados, como es lógico. La actual crisis económica, psicológica y social se nota en el aumento de los cuadros de estrés crónico, ansiedad y depresión, y en que también se está viendo una mayor vulnerabilidad física en las consultas de atención primaria. Hay un repentino paso de la sociedad del bienestar a la del malestar, que afecta profundamente a personas que pasan del todo a la nada. En vez de fármacos, a los afectados hay que darles técnicas de supervivencia, organización y solidaridad. Estos tres términos comprimen en las siglas S.O.S. una serie de técnicas y de acciones que constituyen el modelo que hemos ideado.

Estamos convencidos de que aplicar internacionalmente S.O.S. podría ayudar a paliar el sufrimiento emocional de los desempleados, cuya mejor medicina será disponer de estrategias eficaces para reincorporarse a la vida laboral.

La primera S de las siglas se refiere a las técnicas de supervivencia y solución de problemas en la que hay que entrenar a los afectados para resolver su situación. Hay que pasar de las lamentaciones a ejecutar planes de acción con eficacia, eficiencia y efectividad. Este punto concitaría la intervención de todos los profesionales que puedan solventar problemas clínicos y laborales, con una perspectiva individual y familiar. A veces bastará con una buena orientación laboral; otras, con que el individuo fortalezca su resiliencia.

Tras la O se aglutinaría la organización de recursos y de medios disponibles de todas las instituciones, así como la necesidad de coordinarlas a nivel mundial.

La última S define la necesaria solidaridad social. Es una llamada a colaborar económica y humanamente con los más desfavorecidos. El apoyo social constituye la variable más importante para amortiguar los efectos del estrés.

¿Asistiremos, a partir de estos tiempos revueltos que ahora vivimos a una explosión de ideas, de obras literarias, o nuevas formas de pensamiento?