Cuando salta la noticia de que un profesor universitario, Jesús Neira, evita la agresión de una mujer, todos alabamos la gallardía y valor del mismo. La agresión posterior por la espalda del sujeto increpado, Antonio Puerta, en Majadahonda, hacia el mencionado profesor fue alevosa, y elevó a cotas inimaginables la simpatía por el salvador. Si encima resulta que las lesiones que sufrió éste son muy graves, 256 días ingresado hospitalariamente, la indignación recorrió toda España, a lo que contribuyeron los medios informativos y las inadecuadas declaraciones de la novia del agresor, Violeta Santander, quien mantuvo en televisión, una y otra vez, que no estaba siendo agredida. Todo, hasta aquí, claro y concorde con la esencia del ser humano. Hasta tal punto que la presidenta de la Comunidad de Madrid lo nombra presidente del Consejo Asesor del Observatorio Regional contra la Violencia de Género, en noviembre de 2009.

Sin embargo, será por la experiencia, ni su cara ni sus modos me gustaron desde un principio. Intentar aplacar a una persona agresiva con insultos no es lo más correcto. Su deambular por la tele, con declaraciones tales como que el novio de la presunta maltratada, a su vez su agresor, es una cucaracha, me hacían reafirmarse en mi opinión de que algo estaba fallando en esta especie de endiosamiento que se le estaba generando al profesor. Una y otra vez repetían una entrevista televisiva con Jiménez Losantos que ponía en evidencia su intransigencia, no sólo en cuestiones de agresiones, que en eso estamos todos de acuerdo, sino también en otras posturas de la vida misma. Después llega un libro sobre la Constitución denominado España sin democracia, que colma el sin sentido de ciertas afirmaciones del profesor. Pero el no va más es su detención por la Guardia Civil y posterior puesta en libertad, hace pocos días, por triplicar la tasa de alcoholemia (portaba 0,87 por aire aspirado, cuando lo permitido es 0,25), tras ser denunciado por un policía fuera de servicio, que observó que daba bandazos en el coche, incluso rozando un camión, en la M-40 a las 22 horas.

Ni los héroes son tales, ni los villanos lo son tanto. Odia al delito y compadece al delincuente. Busca el motivo, la razón, explicación o móvil de lo sucedido. Nunca justificarlo, máxime si se trata de una agresión, sea física o mental, pero la causa de la causa no siempre es causa del mal causado. La astuta presidenta de la Comunidad de Madrid —espero que ahora se dé cuenta de su error—, movida por ese hecho de valentía en defensa de una mujer, lo nombra presidente de un observatorio, imagino para que su conducta sea un ejemplo a seguir. O es que a lo mejor, por ser mal pensado, con ese nombramiento se aplacaba la posible negligencia médica de algún hospital de Madrid en el tratamiento inmediato posterior a la agresión. Vamos, no creo, porque la familia de Puerta parece que es rica y puede afrontar el pago de la indemnización por la agresión de su hijo. Aunque hay cosas que no se pagan con dinero y, lo que es peor, que no se atajan con él, como es la violencia física y verbal de uno u otro.

¿Sigue siendo un mito Neira?