Vale… Con éste confío y espero tomarme un descansillo en el tema de las autonomías —o autonomigas— que destapé en su día (si lo sé me estoy quieto, joer) aunque si ha suscitado tanta contestación debe ser porque la ´pedrá´ dio en el avispero, naturalmente. Lo que sí resulta sintomático es que los acerbos comentarios vengan del lado de las autonomías nacionalistas. Sobre todo de la parte catalanista. Y si obvio decir catalana es porque no es igual catalán que catalanista, a poco que se piense un ídem… Pero, qué le vamos a hacer, si es la que más se pone en el escaparate de su particular barrio rojo.

Cuando uno ve el maleducado rechazo social hacia un fallo del Tribunal Constitucional (TC), en este caso por su Estatut —aquí se exige acatamiento o sublevación al TC según convenga a los intereses de cada cual— y la vergonzosa y claudicante deposición y disposición de un presidente de Gobierno de España en bajarse los pantalones y negociar adaptar la Constitución a un Estatuto, y no al revés como debe hacerse, o sea, a intentar cometer un fraude de ley, para contentar a sus eventuales socios nacionalistas y comprarles un prostituido apoyo, igual que ya se hizo con el PNV a través de las más sustanciosa y disparatada transferencia de fondos para alta investigación tecnológica (?) en la que entró la ´venta´ de la ocupación de la Diputación de Álava sin tener la mayoría de votos, o más de lo mismo con Coalición Canaria, es cuando nos damos cuenta que la política en este país la marcan los partidos minoritarios de corte excluyente, que claman por sus derechos, sí, pero desprecian los derechos del resto del Estado. Y aquí, cantos de sirena aparte, claudican tanto PSOE como PP llegado el momento. Y si no ¿ por qué no se han puesto de acuerdo de una vez para cambiar este mal-estado de cosas? Pues por eso mismico, tío Perico.

La clave está en la realidad de los escasos mínimos que luego votan independentismo en sus referéndumes de corrala, o en el resultado de la última encuesta del CIS, donde se pregunta al pueblo catalán si desea formar parte de una nació fuera del estado español. Tan sólo un 7,9% lo quieren. Esto es, más del 92% de los catalanes rechazan la independencia… Pero la utilizan. La usan en sus reivindicaciones. ¿Porqué? Pues porque es un gran negosi, que la pela es la pela, amigo mío. Y sus interés pasa por avasallar y apabullar para obtener beneficios. En el País Vasco ocurre lo mismo. Las encuestas van por un lado y las elecciones por otro. Es la diferencia entre lo que se siente y lo que se busca. La distancia entre lo que en realidad se piensa y lo que luego se hace por interés. Y en eso mismo estamos. Y en eso mismo andamos.

A un servidor, como es un tanto atrevido (igual me dá que me llamen tonto atrevido si digo la verdad) se le ocurre que es que nos han tomado la medida de mala manera y con peor intención, y entre todos estamos llevando al país a la bancarrota. Unos por osados y otros por cagados. Y yo voy a pasar hoy de los aspectos sociales y culturales, y de las manipulaciones históricas, e incluso de los aspectros políticos, pero digo y reafirmo que desde el aspecto económico es una ruina total y absoluta. Una situación insostenible en los tiempos que corren y que correrán en mucho tiempo. Dicen que quieren su independencia, pero costeada por el gobierno central. Un auténtico disparate sin seny ni sentido.

Y llegados a este punto, también se me ocurre que sólo existen un par de caminos. O volver atrás en esta dislocada y suicida carrera hasta lo razonablemente aconsejable, o dar el paso definitivo al federalismo e ir a una federación donde las naciones confederadas mantengan el propio estado federal, y no al contrario que es lo que persiguen las muy nobles (poco), leales (menos) y apañadas (mucho) autonomigas de corte, arte y porte nacionalista.

Y es que, mientras los principales partidos antepongan sus intereses políticos a los generales de España, seguirán utilizándola como moneda de cambio con los mercachifles taifas, que son los que venden su indecente apoyo al mejor postor. Y éstos, en el fondo, y aún a riesgo de estrangular a su gallina de los huevos de oro, prefieren disfrazarse de lo que dicen no ser pero sí usar. O si no, al tiempo…