Cuando los socialistas del pasado siglo se lamentaban de la pereza de los obreros que no se animaban a hacer la Revolución, recurrían a Lukacs, un autor muy socorrido para el autoengaño, quien distinguía entre conciencia de clase posible y conciencia de clase real. La posible era la que les llevaría a la Revolución; la real era la que les mantenía tranquilitos en sus pisos, con sus utilitarios, sus televisores y su sueños pequeño burgueses. El papel del Partido (Comunista/Socialista) consistiría en transformar la una en la otra y conseguir que los obreros abandonasen el sofá dispuestos a matar y morir por la Idea.

Treinta años después, constatados los crímenes, las miserias y las sinrazones del socialismo real, las cabezas pensantes de la izquierda murciana siguen sin digerir, no ya el aplazamiento sine die de la Revolución, sino ni siquiera los éxitos electorales del Partido Popular de la Región de Murcia; sólo que ahora no se alivian con Lukacs, sino a base de insultos y mentiras. Basta con recordarles que por aquí ya no se votan casi ni ellos mismos, para que lancen el carro por el pedregal y suelten eso de que vivimos en una región de (y cito en la escala que va de lo muy cursi a lo muy grosero) filoestultos, incultos, ignorantes, mafiosos, tontos, ladrones, gilipollas, e hijos de puta. Todo esto y más lo han ido largando en foros, artículos, tertulias y entrevistas, siempre a micrófono abierto, y ahí están las hemerotecas para quien lo quiera comprobar. Yo lo tengo todo muy bien recortadito, porque a mí esto de que me insulten según quiénes me da mucha alegría, no lo puedo negar. Aclaremos, de paso, que 'filoestultos' es un cultismo estomagante que viene a querer decir lo mismo que 'gilipollas', matiz arriba, matiz abajo. Nos lo dedicó una psicóloga muy progre y muy fina, y es mi favorito.

Los liberales de centro y de derecha, sin embargo, jamás decimos, porque no llegamos a concebir, que quienes no nos votan sean necios. Es más, tenemos por verdad indudable que los votantes de izquierdas y de derechas no difieren gran cosa en cuanto a cultura, ingresos, inteligencia, vicios, virtudes, anhelos e ilusiones. Que son todos igualmente ciudadanos, en una palabra y hay que tratarlos con respeto, nos voten o no, que sus razones tendrán y seguro que son buenas, siempre.

Pero, volvamos a lo que nos dicen aquí las lumbreras de la izquierda. Lo último que circula entre la tribu de la cabra sostenible es que en Murcia gana el Partido Popular porque somos más incultos que cuando el Partido Socialista arrasaba en las urnas. Lo cual es una gran mentira, porque en Murcia se ofrecen y consumen ahora muchos más productos culturales (música, cine, libros, recitales, danza, teatro, exposiciones...) que hace nunca, según lo demuestran numerosos estudios tan manidos como superfluos, por evidentes.

Mentira y muy gorda es también que hoy exista un exilio murciano. Esta es la última trola que nos quieren colar, para someterla al procedimiento nazi que tanto gusta a la izquierda: repetir tanto la mentira que acabe por convertirse, primero, en un cliché ideológico y, luego, en una verdad universal. Ya ha dado el primer paso uno de los faros de la izquierda local y verán lo que tarda la tribu entera en entonar al unísono el mantra del exilio, con esa tristeza miope y desvaída que enturbia la cara de los líderes del proletariado cuando mienten por el bien del pueblo. Porque, vamos a ver ¿dónde se ha instalado el exilio murciano? Me soplan que alguno se va a Madrid, pero eso no vale como exilio porque allí gobierna Esperanza Aguirre: liberal a tope; filoestulta, o sea. Exilio sería si se hubieran ido a la Cuba socialista o al Irán de la Alianza de las Civilizaciones. Pero va a ser que no. Debe de tratarse, pues, de un malestar propio de sus almas bellas que les lleva a sentir amenazada la estética sostenible de las fincas y mansiones que heredaron de sus mayores por una chusma filoestulta que les amarga el caviar, con tanto pedir agua y trabajo para todos. Una pena, vamos. Más, si se piensa que con esa falta de sentido de la realidad y esa mala educación no parece probable que estos señoritos vayan a ganar aquí las elecciones de hoy para mañana. Es imposible, además, que cambien de actitud, porque han alcanzado un nivel de degradación ideológica tal, que se creen sus propias mentiras al paso que las inventan, lo cual es, literalmente, de locos.

No quiero ni pensar cómo se pondrán en el harto probable caso de que pierdan las próximas generales, cuando una panda de filoestultos controle el gasto del Estado, baje los impuestos, arranque el motor del progreso, financie las Comunidades Autónomas con criterio y con justicia e incluso se traiga a Murcia el trasvase del Ebro. Entonces sí que les va a comer la picacera de largarse a cambiarle el orinal a Fidel Castro. Pero ¿a que ni así se van? ¿A que era todo mentira? Pues eso.

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