¿Se puede gastar una persona asquerosamente rica su inmesa fortuna al mismo ritmo (o, incluso, a uno más acelerado) que la gana? Y tanto. Prueba de ello son Jared Leto y Anne Hathaway, que convertidos en una sólida pareja han demostrado que el esnobismo en el mundo empresarial puede convertir un negocio destinado al éxito en "la secta de los unicornios", como se le ha llegado a llamar.

El actor y fundador de la banda 30 Seconds to Mars no se conformaba con cualquier fortuna, sino que perseguía una 'billonaria'. Mejor dicho, fue Adam Neumann el que dijo, en palabras exactas, "no quiero ser multimillonario, quiero ser más que eso". A él da vida el ganador del Oscar por Dallas Buyers Club en la serie WeCrashed de Apple TV+ (que sorprendentemente pasó algo desapercibida y ahora vuelve a promocionarse en la plataforma), acompañado por Hathaway -quien le entregó la estatuilla- en la piel de Rebekah, la pareja (brillante en la interpretación) de este curioso personaje real.

Lo que en principio parece una historia de superación e inspiración, que en buena parte lo es, termina siendo una historia con una moraleja indudable: no mantener los pies en la tierra solo lleva a lo que debería ser evidente cuando alguien se despega del suelo, es decir, a darse un porrazo que te deje K.O. o pegarse una hostia como una catedral.

Es lo que le ocurrió en su momento a Neumann, un joven de origen israelí que vivía en Nueva York y se formó en la escuela de negocios. Quería ser 'un dios' empresarial y lo consiguió absolutamente todo con empeño, creatividad y trabajo, aunque también lo perdió a pasos agigantados. Con la ayuda de su mujer contruyó en menos de una década WeWork, una start-up que se convirtió en un unicornio gigantesco... Hasta que la empresa de espacios de coworking se transformó en una burbuja que explotó. Un verdadero cataclismo.

Adam Newman y Jared Leto caracterizado. Sky News / Apple TV+

El espíritu de "la secta de los unicornios"

WeWork no dejaba de atraer inversores y llegó a tener un valor de 47.000 millones de dólares. Surgió de la idea de crear oficinas compartidas, pero con 'un espíritu' común entre sus usuarios y el propósito siempre presente de crear comunidad con la interacción, de ahí que se le haya catalogado como "la secta de los unicornios". Sus espacios eran como las típicas oficinas de compañías tecnológicas estadounidenses, según el imaginario colectivo: mesas de ping-pong, frases al estilo Mr. Wonderful en neones que brillaban en las paredes, gente circulando en patinete por las instalaciones, café gratis...

Aunque Neumann quiso hacer más de ella, en base a ese 'espíritu' que los guiaba, con iniciativas como organizar fiestas desfasadas o festivales de música con discotecas silenciosas -un espacio al aire libre en el que la música a todo volumen la lleva cada uno en sus auriculares-, sin contaminación acústica. Una de esas famosas celebraciones la organizó y disfrutó minutos después de haber mandado a la calle a parte de la plantilla.

Los inversores no entraban en el negocio convencidos por su rentabilidad, sino por el carisma que desprendía el emprendedor, porque una empresa vive, también, de su imagen. De hecho, los beneficios no llegaron nunca para ellos. En las palabras de venta de Neumann había imaginación, pájaros y mucho humo, pero poca realidad.

El personaje interpretado por Leto consiguió la financiación que necesitaba (15 millones de dólares) y la empresa comenzó su expansión a gran escala -Estados Unidos, China, Reino Unido, etc.-, hasta conseguir el hito de 2014, cuando alcanzó el precio de 4.600 millones de dólares. Cinco años después estaba presente en un centenar de ciudades con sus 425 oficinas y más de 400.000 usuarios.

En septiembre de 2019 WeWork estaba al borde del desastre: perdía diariamente 100 millones de dólares. En ese momento, The Wall Street Journal publicó un artículo sobre Adam Neumann en el que revelaba cómo aprovechaba el dinero de la empresa (y no el suyo), que gastaba más de lo que ingresaba, para sus excentricidades, entre ellas un avión privado con cabinas desdibujadas entre el humo de la marihuana.

Jared Leto y Anne Hathaway en 'WeCrashed'. Apple TV+

La idea era salir a Bolsa en unas semanas, pero no llegaron a hacerlo. Todo había saltado por los aires y en esas circunstancias era imposible cotizar. La junta directiva abrió los ojos y destituyó al creador de WeWork como CEO, aunque seguía conservando su fondo de acciones. Sin embargo, Neumann era un hombre de recursos para mantenerse a flote y se salvó. Vendió a SoftBank ese fondo de acciones por medio billón. Así, se largó de la compañía con un patrimonio de 2.000 millones, mientras los exempleados fumaban en pipa.

La importancia de Rebekah

No lo hizo todo solo, sino de la mano de Rebekah, un pilar imprescindible con los mismos delirios de grandeza que su marido. Ella sí que era 'rica de cuna', además de prima de Gwyneth Paltrow, cuyos pasos quiso emular, pero nunca llegó a ser actriz y acabó por trabajar como instructora de yoga. Fue una gurú, su 'guía espiritual' obsesionada con las energías y en feng shui.

Sus indicaciones fueron claras desde el principio, cuando el israelí no dejaba de inventar instrumentos con los que buscaba forrarse, pero siempre eran un fracaso: solo tenía que hacer lo que de verdad le gustara para convertirse en un triunfador. "Fue ella quien le enseñó que, si quería hacer mucho dinero, tenía que hacerlo con algo que le importara", explicó el creador de la serie, Lee Eisenberg. Neumann recordó entonces lo feliz que había sido en el kibutz en el que creció, de ahí la idea de crear 'una comunidad'. Aunque el resultado final fue el de abandonarla a su suerte.

Tráiler de 'WeCrashed'