Ni cuando una serie entusiasma y consigue lo inaudito, poner de acuerdo a crítica, público e incluso gamers, la gente se contenta. Véase si no lo que ha ocurrido con The Last of Us, la producción más valorada del momento -que está arrasando en HBO Max- que solo ha acumulado desde su estreno comentarios y artículos positivos, a pesar de que el videojuego ya tenga 10 años... Hasta que llegó el tercer capítulo y una 'tontería' fue gasolina suficiente para que estallara, cómo no, la polémica. Poco combustible se necesita hoy en día para ello.

¿Es The Last of Us el videojuego mejor adaptado de los últimos tiempos (y uno de los mejor adaptados de la historia)? Sí. ¿Significa eso que Neil Druckmann y Craig Mazin, creadores de la serie, no pueden tomarse licencias, mayores o menores, para ofrecer al espectador lo que, como creadores, ellos consideren? No.

El volantazo que ha dado el guion respecto al desarrollo del videojuego ha dejado descolocados a muchos, porque prácticamente en lo único que se parece es en el aspecto y el nombre de los personajes. Quienes se pasaron pantallas y pantallas con el mando en la mano, conocieron a un Bill (Nick Offerman, Parks and Recreation) desagradable, repelente, violento y grosero que vivía a las afueras de la ciudad (una zona nada desértica y con infectados, al contrario de lo que pinta HBO).

Bill en 'The Last of Us' remasterizado. Naughty Dog

Bill ayuda a Joel y Ellie a encontrar un coche. Es uno de los personajes más icónicos del famoso videojuego desarrollado por Naughty Dog, en el que también conoce a Frank (Murray Bartlett, The White Lotus), aunque de una forma bien distinta.

Esto ha despertado los instintos más salvajes de los gamers que tantas horas han dedicado a The Last of Us, que han mostrado un gran disgusto por este giro radical con una historia sacada de la chistera.

El problema real ha sido la naturaleza de la polémica: se ha llegado al punto de que, muchos espectadores que sí han quedado encantados con el capítulo, han tachado al resto de homófobos, cuando se supone que poco o nada tendría que ver una cosa con la otra... Los habrá, pero tantos como los que tan solo esperaban ver lo que ya conocían por Naughty Dog. El propio Offerman llegó a escribir en redes sociales: "Amigo, tu forma de mostrar tu ignorancia y tu odio es, exactamente, la razón por la que hacemos historias como esta".

La audiencia, por el momento, ha quedado dividida en dos bandos: los que se han quedado prendados con esta historia y los que han sentido que les ha roto por completo el ritmo.

Así es en el videojuego

Bill sobrevive en una zona de la que se ha hecho dueño. Es prácticamente un hombre salvaje que comparte esa 'miniciudad' con grupos de infectados y chasqueadores, y utiliza trampas para protegerse de ellos en su espacio. Frank tan solo es socio de Bill, su presencia es casi una anécdota. No se sabe ni cómo se conocieron, y acaba ahorcándose tras ser infectado.

Cuando Bill lo encuentra muerto llega a decir "capullo de mierda" -Frank huyó tras robarle suministros y la batería del vehículo que iba a dejar a los protagonistas-, mientras que el fallecido le dejó escrita una dura carta antes de quitarse la vida en la que describía lo insoportable que había sido conocerlo.

Así es en la serie

El tercer capítulo se dedica, íntegramente (o casi), a una relación amorosa que surge entre ambos cuando Frank, que llega a donde vive Bill, cae en una de sus trampas de la que este lo libera, y acaba dándole el agua que le pide para calmar la sed. Ese es el germen de una relación homosexual que, en honor a la verdad, se deja entrever en el videojuego, aunque se juegue al despiste (mediante las cartas o una revista gay).

Frank y Bill en 'The Last of Us'. HBO Max

Por qué se ha cambiado la historia

Lo único que han hecho los creadores de la serie es desarrollar, mediante flashbacks, una historia que en el videojuego se insinuaba, porque para algo son... creadores. De ahí que hayan escrito un episodio lleno de intimidad y complicidad entre los dos personajes que, tras una precipitada relación sexual, acaban envejeciendo juntos y muriendo a la vez a lo Romeo y Julieta, aunque parece que con DiCaprio gustó más que con Offerman: Frank sufre cáncer y ambos se suicidan. Todo ello embellecido con muchos matices, con canciones de los setenta, con copas de vino compartidas y con degustaciones de fresas silvestres.

¿Qué importancia tiene el giro?

Guste o no, hay que reconocer algo: ha sido una decisión valiente que ha acabado demostrando que una historia adaptada no debe, necesariamente, ceñirse tanto a la original, por mucho que haya arrasado entre el público. Precisamente el exitazo del videojuego hacía que fuese algo atrevido este giro radical, ya que la complacencia estaba asegurada de haber sido fiel juego y se habría arriesgado mucho menos.

No solo se han lanzado a la piscina en este sentido, también lo han hecho al dejar prácticamente fuera del capítulo a los protagonistas de la ficción y a los zombis en una serie apocalíptica en la que, si algo abundan, son (cómo no) los zombis. Conseguir que al final los infectados sean lo menos interesante de esta tercera entrega es un triunfo. Además, con ello han ganado algo más: jugar con el factor sorpresa.

Fueron los propios Neil Druckmann y Craig Mazin quienes explicaron que querían contar una historia positiva en medio de ese entorno abocado al fin del mundo. Y, pese al contraste, su extensión del relato no parece metida con calzador. La gran narrativa y dirección de The Last of Us han convertido esta 'minicrónica de una relación' en la que seguramente sea una de las mejores partes de la serie.