Negociaciones tras el 23-J

El divorcio político de PNV y Junts hace aún más difícil la negociación del PSOE

Las tensiones y vetos cruzados entre los distintos partidos nacionalistas con los que tendrá que contar el bloque de PSOE y Sumar complica aún más las relaciones en el Congreso

El lehendakari Íñigo Urkullu en una imagen de archivo con el expresident catalán Carles Puigdemont.

El lehendakari Íñigo Urkullu en una imagen de archivo con el expresident catalán Carles Puigdemont. / Julio Carbo

Isabel Morillo

Junts per Catalunya no tiene aliados en el Congreso de los Diputados. Es un partido que se mueve en solitario y evita tejer alianzas, metido en una dinámica rupturista, contra todos. Forma parte de la estrategia política de los independentistas catalanes bajo la dirección del expresident, Carles Puigdemont, prófugo en Waterloo (Bélgica).

Eso dificulta aún más las negociaciones con el PSOE, que preferiría tener enfrente una voz única del nacionalismo y no seis partidos muy distintos, que en ocasiones compiten en el mismo espacio electoral, con relaciones muy tensas entre ellos y que cada uno se mueve por sus propias lógicas e intereses. Partidos que solo tienen en común que pelean por más autogobierno y más competencias o por la independencia de sus territorios, pero con hojas de ruta, prioridades y tiempos que nada tienen que ver, e incluso con vetos cruzados.

A escasas 24 horas de que Junts, al límite de la votación de la Mesa del Congreso, desvele 'in extremis' si permitirá o no una mayoría progresista, en las filas del PSOE se duelen de la dificultad añadida de no tener intermediarios que puedan ayudar a convencer a Puigdemont para que dé alas a un nuevo gobierno de Pedro Sánchez. No hay interlocutores con peso de otros partidos nacionalistas porque Junts ha elegido el aislamiento. Ni siquiera acepta hacer tándem con ERC, como le proponen desde la fuerza republicana. Sumar ha abierto canales con el entorno de Puigdemont y no se conoce si desde el PSOE alguien ha acudido a reunirse con el 'expresident' en Waterloo. "No nos consta", se limitan a decir desde la sala de máquinas del PSOE.

Puigdemont exigió discreción y los socialistas han puesto todo de su parte. El PSOE ha buscado un perfil para la presidencia del Congreso que fuera del gusto de los nacionalistas, tras el paso al lado de Meritxell Batet. La candidatura de la expresidenta de Baleares, Francina Armengol, la favorita de Sánchez, sí es bien vista por todos los partidos, confirman fuentes socialistas.

El eje vasco-catalán

El eje vasco-catalán se rompió cuando el partido de Puigdemont y el PNV abortaron sus relaciones tras el ‘procés’. Desde entonces exhiben una difícil relación y cruzaron duros reproches mutuos la pasada legislatura. Junts ignora también las llamadas de ERC a unir sus fuerzas y el 23J constató que el independentismo llegaba más roto que nunca a la cita con las urnas.

El partido de Puigdemont ha recibido ya el reproche de EH Bildu, que avisa de que los nacionalistas de izquierda son más que los de derechas: ERC, Bildu y BNG suman 14 diputados frente a los 12 de Junts y PNV, y que todos son “necesarios y determinantes”. Una manera de intentar bajarle los humos y pedirle que se avenga a un acuerdo. Los vetos cruzados entre nacionalistas y los ajustes de cuentas ya se vivieron en las negociaciones de los últimos Presupuestos del Estado.

Sin eje izquierda-derecha

Entre los nacionalistas no funciona el eje de izquierda y derecha porque el divorcio de Puigdemont y Urkullu a cuenta del ‘procés’ dinamitó esa alineación. La histórica relación entre PNV y CIU quedó rota en la nueva etapa posconvergente. En 2017, cuando Junts decidió el camino de la declaración unilateral de independencia, el PNV trató de ejercer como mediador entre Barcelona y Madrid. Tanto Andoni Ortuzar, presidente del PNV, como el lehendakari no dudaron en meterse en el fango político que generó aquel desafío al Estado y que acabó con la vía del 155 de la Constitución en marcha.

Urkullu nunca ha ocultado su decepción y el engaño que confesó sentir en sus relaciones con Puigdemont. Según escribió el vasco en una memoria de 300 folios, donde dejó constancia de su intervención como mediador frustrado y sus conversaciones, el catalán le garantizó en una larga conversación telefónica que no habría declaración de independencia justo un día antes de proclamarla (27 de octubre de 2017). El lehendakari acudió como testigo al Tribunal Supremo en el juicio del ‘procés’. En las filas de Junts entendieron que era una venganza personal. Las heridas no se han restañado. La desconfianza y el desprecio preside las relaciones de quienes un día fueron aliados. En 2004, 2009 y 2014, vascos y catalanes acudieron en coalición electoral a las elecciones europeas. Hoy eso sería impensable. Ya en 2019 ese acuerdo, tras el ‘procés’, fue inviable.

Nuevas alianzas

Conforme el alejamiento con los independentistas de Junts enquistaba las relaciones, el PNV abría vías de entendimiento con ERC, con quienes la legislatura pasada mantuvieron una relación muy cordial pese a las diferencias ideológicas. Los nacionalistas vascos se alinearon en la moción de censura con el PSOE y abrieron una nueva relación con Pedro Sánchez. En realidad, la formación jeltzale ha pivotado a izquierda y derecha, como en su día CIU, con acuerdos con Felipe González y José María Aznar, ambos presidentes sentaron a los nacionalistas en la Mesa del Congreso.

El PNV sí tiene buena relación con Coalición Canaria, aunque no se conoce si la petición del presidente nacionalista canario, Fernando Clavijo, que reclamó la presidencia del Congreso para los vascos tenía previamente el conocimiento de Sabin Etxea. Nadie se ha pronunciado desde el partido de Ortuzar. El PSOE ya ha dejado claro que no dará la presidencia del Congreso y desde el PP, su coordinador general, Elías Bendodo, desechó esa oferta para el PNV porque ellos, dijo, tienen sus propios planes y porque además necesitan amarrar a Vox, que no iba a permitir ni esa cesión ni, ya lo avisó, que se hable nada con Junts.

Las negociaciones del PNV miran además al País Vasco y a las elecciones autonómicas, previstas en junio de 2024. La pelea interna entre PNV y Bildu condiciona todo la negociación de la investidura. Bildu ya ha arrebatado la hegemonía al PNV en el Congreso como portavoz de los intereses de Euskadi en Madrid. Esta legislatura ostentará seis diputados en la Cámara Baja, sumando uno por Navarra, frente a los cinco del PNV. El pasado 23-J hubo un triple empate en el País Vasco entre PSOE, PNV y Bildu, con cinco escaños cada uno.

Los nacionalistas estaban alerta porque por primera vez los abertzales les habían sobrepasado en número de concejales, que no en votos, en las elecciones municipales del 28 de mayo. Cualquier movimiento o alianza que haga el partido de Ortuzar no va a perder de vista esa competición y que una alianza con PP, el partido que pacta con Vox en las comunidades y el mismo que quiere acabar con el Estado de las Autonomías, puede suponerle un castigo en el electorado vasco.

Disputa Bildu-PNV

Este mismo lunes Mertxe Aizpurua cerró el paso a la oferta de Coalición Canaria de que el PNV presida el Congreso: “No está encima de la mesa ni como posibilidad”. Las relaciones de Bildu y ERC son fluidas y muy cercanas, con estrategias coordinadas en muchos asuntos en la anterior legislatura, nada que ver con las de Bildu y Junts.

Cuando la diputada de ERC, Teresa Jordà, avanzó en una entrevista en ‘El Periódico de Catalunya’, de Prensa Ibérica, que había negociaciones con el PSOE para una Mesa progresista con un asiento para los independentistas, desde las filas socialistas fueron claros: serían ellos los que debían ponerse de acuerdo sobre quién ocuparía ese sillón. En el equipo de Pedro Sánchez saben de las dificultades en las relaciones entre los seis grupos de los que depende la gobernabilidad del país: ERC, Junts, EH Bildu, PNV, Coalición Canaria y BNG. Cualquier oferta a uno de los actores puede hacer que el otro se levante de la mesa de negociación. Buena parte de la discreción, que ha extendido un manto de silencio sobre las conversaciones cruzadas entre los grupos políticos, tiene mucho que ver con eso, con no pisar callos entre los nacionalistas y con el aislamiento de Junts.