Fiestas

Plegarias de agua, paz y buen gobierno durante la misa huertana del Bando

El obispo Lorca Planes pide la bendición de la Virgen para las autoridades a fin de que "acierten" en su gestión "por el bien común"

La tradicional misa huertana arrancó a las diez de la mañana de este martes en la capital del Segura en una de las jornadas más especiales para los murcianos: el Bando de la Huerta. El obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, encargado de celebrar la eucaristía en la plaza del Cardenal Belluga ante miles de personas, muchas de ellas ataviadas con sus mejores galas huertanas, pidió al Señor en este tiempo «pascual de gozo por la resurrección» la paz, «ahora que soplan vientos de guerra».

Monseñor Lorca Planes, en el escenario instalado en el espacio público para la ocasión, arropado por otros clérigos y bajo la mirada de la Fuensanta, asimismo pidió la bendición de la Virgen para la localidad, sus residentes y quienes nos visitan; para las familias y sus hijos; para los mayores y aquellos que lo están pasando mal; para los voluntarios —«los samaritanos de nuestra época», señaló— y las autoridades municipales, regionales y nacionales a fin de que «acierten» en su gestión «por el bien común».

La talla de la Virgen, antes de comenzar el acto, recibió el caluroso aplauso de los fieles cuando se hizo presente en la plaza, a hombros de festeros, y fue colocada a la vista de todos a ritmo de genuina música huertana. Una escena que se repitió cuando las campanas de la Catedral dieron por concluida la parte más sobria de la mañana.

El responsable de la Diócesis recordó que la Región es un territorio "más seco que la mojama"

Además, como de costumbre en el oficio religioso que abrió la, desde 2012, Fiesta de Interés Turístico Internacional, el obispo pidió la intercesión de la Morenica para que la lluvia caiga sobre los campos de la Región y así paliar la falta de agua que continúa asfixiando al sector agrícola pese a los chubascos de la semana pasada. El padre Lorca Planes procedió a realizar el primer rezo de la mañana por el líquido elemento y afirmó que no se necesita que los pantanos «suelten agua».

«La lluvia ha roto la ilusión de los nazarenos», reconoció, aludiendo a una Semana Santa en la cual, las precipitaciones, se convirtieron en las protagonistas de los domingos de Ramos y de Resurrección, y del Lunes y el Martes Santo. Aunque lo calificó de «dilema» por la belleza de las procesiones, apostilló, «somos la Región que más mendiga el agua», al ser un territorio «más seco que la mojama», recordó. Y dijo tener «la solución» a tan acuciante problema: encomendarse a María. «Virgen de la Fuensanta, lo dejo en tus manos, porque nadie se lo dice con más premura a su hijo que tú».

Emotivo desfile procesional

La Morenica emprendió el tradicional desfile procesional por las calles cercanas a la Catedral al concluir el santo oficio, donde seguida por Lorca Planes, dirigentes municipales y regionales, amén de por un gran número de creyentes, desató el fervor popular a su paso. Una comitiva encabezada por las reinas de la huerta mayor e infantil, Isabel María García y Alexia Montemayor, respectivamente, que recibieron el cariño del público con frecuentes alusiones a su belleza.

García explicó a La Opinión que vivió los primeros momentos de la festividad «con muchísima emoción por acompañar a la patrona y ver la cara de los murcianos». «Que te aplaudan y sientan orgullo por ti es lo mejor que puede tener una reina», agregó.

Algunos de los momentos más álgidos del éxtasis mariano fue el encuentro de María con su hijo en la parroquia de San Lorenzo; o, igualmente, los miles de pétalos arrojados desde varios edificios de la plaza Santo Domingo, incluyendo desde el templo homónimo, que cubrieron el cielo por momentos y la imagen religiosa como gotas de la anhelada lluvia que los cultivos de la Comunidad tanto requieren.

Precisamente, a las puertas de Santo Domingo tuvo lugar la segunda oración por el agua. La tercera llegó tras abandonar una atestada calle Trapería, antes de acceder a la Catedral, donde al finalizar el itinerario feligresas buscaban con ahínco los restos de pétalos bendecidos que aún permanecían en el trono de la Virgen de la Fuensanta.