Fiestas

El Bando de la Huerta, el día del ‘orgullo murciano’ que se celebra por edades

Los más jóvenes se reparten entre La Fica y el jardín de la Constitución, junto a La Merced, mientras que las familias y grandes grupos se dispersan entre parques, barracas y restaurantes

Jose Antonio Sánchez

Jose Antonio Sánchez

Un disco del grupo de música Izal comienza diciendo: «Que pensemos despacio, queramos deprisa y caminemos con la frente alta». Precisamente de eso trata el Bando de la Huerta. Del día del orgullo murciano. Orgullo de cómo somos ahora, sin olvidar de dónde venimos. Aunque si preguntamos por los orígenes de la fiesta, muy pocos los conozcan.

Lo que sí tienen claro los huertanos y huertanas por un día es dónde y de qué manera lo van a celebrar. Los más jóvenes en La Fica. Allí el Ayuntamiento de Murcia organiza ‘La Repanocha’ para albergar así a unos 20.000 zagales.

Y allí estaban con un límite de edad de unos 18 años. Nadie ha puesto ese tope, pero es lo que se ve. Muchos menores de edad y algunos con la mayoría recién cumplida. Para muchos, su primera experiencia con música festivalera.

El DJ baja la música para que todos canten ‘Fardos’: «Con ese flow me mata, si le doy yo le encanta, solos los dos a las tantas». Saltan, bailan, cantan y se lo pasan genial. Aunque muchos se pasan y acaban con las asistencias médicas, que por momentos llegan a desbordarse.

El sonido de cristales es música para los pies a las afueras del recinto, al que se accede tras un control de seguridad en el que no pueden pasar cristales ni tapones, por eso muchos beben en aceiteras de plástico, que son blandas, aunque van bien cargadas.

El gran número de personal de seguridad en La Repanocha "tranquiliza" a las jóvenes del festival

«Acha, Sandra, párate», gritan unas amigas. Tabaco y muchos vápers. «Has visto, se te ha quedado mirando», murmullan dos chicos. Un grupo de chicas de 18 años beben calimocho y ron. Son amigas desde el colegio y vienen a «disfrutar de la fiesta del año». También están de fiesta un grupo de bailarines que ríen y comentan la jugada. Y de eso hay bastante, porque las chapas como la que dice «soltera de oro» demuestran el ligue constante que se vive bajo la música en La Fica.

El ambiente es lo que les ha traído, pero la realidad es que hay mucha vigilancia, lo que es positivo para los asistentes. «Aquí estamos muy bien porque está todo controlado, hay mucha seguridad y eso me da tranquilidad», dicen unas chicas de 16 y 17 años, que saben que acabarán en la zona de la universidad ya que el ambiente en La Repanocha «empeora», dicen, sobre las seis o siete de la tarde.

"Acho, viva Murcia"

Los lemas en los carros de la compra son, cuanto menos, curiosos. De uno que directamente tiene un número de teléfono detrás de un «Pruébate», a la exaltación de la murcianía que hace un grupo de menores de edad. Una de ellas es de Cartagena y se ha saltado las clases para venir a disfrutar del bando porque «las fiestas de Murcia no tienen comparación». Ante esa afirmación, sus amigos del Instituto Saavedra Fajardo vitorean y afirman que «como las fiestas de Murcia no hay ningunas».

De carros va el asunto, porque un grupo de siete amigos ha soldado cuatro carros de la compra para montarse su particular barraca. Tienen 20 años, por eso están en el Jardín de la Constitución, junto a La Merced. Esa es la edad tipo del jardín. Estos siete colegas llevan tres años paseando su estructura, que mejoran en cada Bando de la Huerta. Van a pasarlo bien y se definen como «cuerpos golfos y picos calientes».

A su lado están unas chicas de la misma edad que van a pasárselo bien: «Estamos preparadas para la fiesta, la tradición y hasta para los mareos». Eso sí, reconocen que están «alerta» por las situaciones que ya se han vivido otros años. Por eso hay un Punto Violeta en la puerta de la Universidad. «Venimos a emborracharnos, ligar, hacer honor a las costumbres y comer salchicha seca», dicen otros jóvenes.

Otro tipo de fiesta

La del alcohol en cantidades industriales no es la única celebración que se vive en toda Murcia. Y es que también hay ambientes festivos en otros muchos parques y zonas de la ciudad. En La Seda hay muchas familias e incluso algunas con sus mascotas. Como el caso de Tamara y su perro Cooper, que también vive el Bando porque «es uno más de la familia y también tiene que participar de este día».

Niños, padres, abuelos y hasta bisabuelos paseando y celebrando el orgullo murciano. Con bailes en la Plaza Fontes y la Gran Tronaera desde La Glorieta. Y es un día en el que también se recogen fondos, porque un grupo de voluntarias de Cáritas vendía claveles y pequeñas manualidades en la Plaza de Santo Domingo para destinar los beneficios al proyecto que tienen con ‘El Campico’ en Alcantarilla para ayudar a los niños necesitados: «Cerquetica de Murcia, mesmamente Alcantarilla, hay un hogar que te acoge vayas solo u en pandilla».

El origen

Lo más curioso del día del orgullo murciano es que la mayoría de la gente no sabe su origen. Saben lo que celebran: «Que somos la despensa de Europa». Otros dicen que es una forma de recuperar las tradiciones murcianas, otros de que los huertanos disfrutaran del día en la ciudad con un desfile o un día de celebración para que los huertanos pudieran pedir a la Virgen de la Fuensanta para que se acabase la sequía.

Pero la realidad es que poco se explica del origen del Bando de la Huerta, que estuvo ligado en su primera edición en 1855 a una propuesta de los señoritos de la ciudad en la que se hacía una caricatura de las expresiones y las costumbres de las gentes humildes de la huerta. Sea cual sea el origen, la realidad es que el Bando de la Huerta es el día del ‘orgullo murciano’. Un día para disfrutar en un festival, en un parque, con un baile o con un paseo por el centro de las tradiciones de la huerta, origen de la vida de una ciudad que se vuelca en exportar al exterior mucho más que frutas y verduras. En exportar alegría y tradición.

De la fiesta al biberón para los que transmiten la tradición familiar

Muchos han cambiado la fiesta, las copas y hasta la resaca del día después por una jornada tranquila y familiar. En parques de la ciudad como La Seda y la Pólvora o paseando por las calles más céntricas de un municipio engalanado, hermoso y con olor a azahar. Una madre y una hija pasean vestidas de los pies a la cabeza con sendos trajes con un azul klein que predomina, como el ambiente familiar.

Las familias Gambín, Pérez y Pedrosa preparan una abundante mesa con cuatro pequeños brincando cerca de los patos de la Pólvora, un parque que hace unos años era el epicentro de la fiesta juvenil y que ahora es una zona tranquila. Extremadamente tranquila incluso. Mientras una de las madres da el pecho a la más pequeña de la familia, otra de ellas vigila su barriga, que alberga un nuevo huertano. «Aquí veníamos cuando teníamos 18 años. Antes de fiesta y ahora con la familia, así que nos hemos adaptado como el parque», decía uno de ellos. Dos jóvenes pasean de la mano. Son novios y comparten hasta el color del traje. Eso sí, pasean por el centro por puro trámite, porque se van directos a La Fica.

Eduardo y Laura cortan el embutido que hay junto a su bota de vino. También han preferido estar en un parque calmado ya que vienen de Sangonera con su hija: «Estamos en La Seda porque es un parque más familiar. Así los niños no ven cosas que no tienen que ver».

Huertanos con balones de fútbol. Carreras. Diversión. Todos ellos coinciden en que hay «poca gente» para lo que esperaban, pero no les desanima para seguir hablando de tradición familiar junto a los más pequeños de la familia, como es el caso de Carlos y María, que pasean y se fotografían junto a su hija, Aitana, en la Plaza de Santo Domingo.

Es la tercera vez que la visten de huertana porque lo hicieron cuando apenas tenía unos meses, tras cumplir un año y ahora que tiene dos. «Somos de aquí, del centro, y nos vestimos toda la familia». Y es que ellos están rodeados de familia. Pese al plan familiar, también confiesan que por la tarde se juntarán con algunos amigos. Vamos, que con ayuda, siempre hay tiempo para todo.

De viaje detrás del folclore español para "fomentar la tradición"

La Plaza Fontes acogió un acto organizado por la Asociación Etnográfica La Hijuela de Patiño, en la que una decena de músicos tocaron parrandas, jotas y malagueñas mientras una veintena bailaba al son de los cantares tradicionales. Guitarras, violines, bandurrias y un laúd, así como las castañuelas de los danzantes ensordecían la céntrica plaza para deleite de los viandantes. También para Elvira y Carlos, dos aficionados al folclore que se desplazaron a Murcia para hacer un reportaje para su canal de Youtube ‘Turista Amater’. Cientos de vídeos en un canal dedicado a promocionar las fiestas y actos tradicionales de toda España.

«Somos de Granada y allí se ha perdido. Nos interesan las tradiciones y que perduren en el tiempo porque son nuestras raíces y tenemos que fomentar la tradición», dicen. Reconocen que se han pedido vacaciones esta semana para poder asistir al Bando de la Huerta, porque lo normal es que cuando salen del trabajo los viernes, se suben al coche y recorren el país en busca de fiestas populares de pequeñas localidades que no tienen tanto poder de difusión como es el caso de la fiesta grande de Murcia.