ROMERÍA DE LA VIRGEN DE LA FUENSANTA

Un recorrido cargado de deseos y promesas

Fue el caso de Juan Carlos, que con solo 13 años caminó descalzo tras la talla de María para pedirle fuerza que le ayude a cumplir su meta

Una imagen de la Romería de la Fuensanta.

Una imagen de la Romería de la Fuensanta. / Juan Carlos Caval

«Quiero cambiar mis hábitos, mejorar y cumplir mi meta de dedicarme al negocio de las criptomonedas». Esa fue la sorprendente razón por la Juan Carlos, de tan solo trece años, decidió seguir descalzo a la Virgen de la Fuensanta en señal de «sacrificio». El joven, un fiel creyente en María, a la que reza todas las noches, considera que «los estudios no le van a llevar a nada» y quiere ser él mismo el que dicte su camino de forma autodidacta.

Y como la suya, miles de promesas y de deseos acompañaron este martes a la Morenica en el que fue uno de los días más señalados en el calendario de muchos murcianos. Luisa también seguía descalza el trono de la Virgen por una importante promesa que le hizo. Su hijo superó recientemente, pese a una complicación por una infección, un trasplante de hígado, por lo que se encomendó la tarea de subir al monte junto a la Virgen cuando este se encontrara mejor. Este martes, tras su completa recuperación y el deseo cumplido, llegó hasta Algezares para darle las gracias a la Patrona.

Muchos padres no quisieron perder la oportunidad de bendecir a sus hijos recién nacidos frente a la talla de María. Fue el caso de Loli, Javi y su pequeña Susana de dos meses. «Es una alegría poder hacerlo», exclamaba la madre orgullosa.

La Morenica desatómuchas lágrimas asu paso.  Juan Carlos Caval

La Morenica desatómuchas lágrimas asu paso. / Juan Carlos Caval

Otros llevaron a sus pequeños para cumplir una promesa, como la que hizo Marta después de que su hijo Francisco, de solo dos años, estuviera ingresado 18 días a causa de una fuerte neumonía. Finalmente, «y gracias a Dios», mejoró y pudo cumplir con su juramento de llevarlo junto a la Fuensanta. También les acompañó su pequeña Sonia, de once años, en la que poco a poco y gracias a su madre también comienza a despertar la devoción.

Rocío quiso hacer lo mismo con su hija, a la que llevaba en silla de ruedas porque hace poco se le salió la rótula. A la Morenica le pidió la pronta recuperación de su pequeña. Y es que el deseo de buena salud estuvo presente en miles de fieles, como Joaquina, que también era llevada por su hermana Josefa debido a que «lleva toda la vida despidiendo a la Virgen» y este año no podía ser menos.

«Es un día muy especial», contaba Antonio entre lágrimas mientras seguía a la Virgen portando una caña decorada con una rama de olivo y una estampa de la Fuensanta. «Es nuestra Patrona y en la que depositamos la fe para que nos brinde su ayuda», exclamaba. Apenas le salían la palabras por una emoción que nace del «sentimiento y agradecimiento que le tiene a la Virgen desde pequeño».

La parte más solidaria de la sociedad murciana también salió a relucir durante el recorrido. Varias voluntarias de Cáritas ofertaban pines, pulseras, bolsas y otros accesorios de temática ‘panocha’ para ayudar a sufragar la compra de material escolar infantil.

Un recorrido cargado de deseos y promesas

Un recorrido cargado de deseos y promesas. / Juan Carlos Caval

Alberto, penitente peregrino y aspirante a franciscano no recordaba ya desde hacía cuántos años que recorría el camino con la Virgen descalzo. Se declaraba un devoto consagrado, y este año acompañaba a la Morenica por una promesa que le había hecho a su madre, ya fallecida.

Lolo, junto a un amigo, decidió recorrer el camino a la Fuensanta descalzo: «El motivo es personal, y es en agradecimiento a la Virgen. Además, descalzo voy muy cómodo».

«Llegué de Argentina hace unos años y estábamos tramitando la nacionalidad de mi pareja y mis tres hijos» contaba María José. Le había pedido a Dios que, si conseguían hacerse españoles, acompañaría a a María con los pies desnudos. Y así fue. «Me siento muy agradecida, y soy una persona que cumple lo que promete».

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Tiene 22 años, hace poco más de un año era ateo, pero recientemente su fe despertó tras lo que él mismo definió como «una intervención del Espíritu Santo». Le llegó, según cuenta, en un momento muy difícil de su vida, «cargado de problemas personales», en el que sintió un rescate divino ante el que él ha respondido mostrando, por ejemplo, su increíble devoción a la Virgen de la Fuensanta. Esta es la historia de Antonio, que recorrió las calles junto a la Virgen sin llevar zapatos. Lo hizo, relata, «como señal de respeto y acercamiento al dolor que sintió María». El joven le reza ahora todos los días a la Virgen. Para él, estar físicamente tan cerca de La Morenica «invita a estar también muy próxima a ella de forma espiritual». Antonio recorrió todo el trayecto, desde la Catedral hasta el Santuario de Algezares, sin familia o amigos, pero acompañado de la Patrona y de los otros miles de fieles que, como él, demostraron su ferviente devoción.