Romería de la Fuensanta

Apoyo y fuerza para las víctimas tras el terremoto de Marruecos

El obispo Lorca Planes recuerda a las víctimas del seísmo del país vecino en la homilía y pide "unidad" para ayudar en la catástrofe

Cientos de fieles llenaron la Catedral para despedir a la Patrona

La Fuensanta a su salida de la Catedral.

La Fuensanta a su salida de la Catedral. / Juan Carlos Caval

«Una de las cosas que nos pide el Señor es que sepamos tenderle la mano a los más necesitados». Con esas palabras se dirigió el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, a los miles de fieles que se congregaron este martes en la Catedral para reencontrarse con su Patrona, la Virgen de la Fuensanta. La máxima autoridad de la Iglesia en la Región destacó la unidad que ha habido a nivel regional y nacional para apoyar a Marruecos tras el terremoto que sufrió el pasado sábado. 

Una calamidad que segó la vida de miles de personas y que centró la parte del discurso del obispo más alejada de lo religioso. Lorca Planes se hizo eco «del gran dolor» que sufre el pueblo marroquí en estos momentos, así como del reguero de «hogares derrumbados y dolor». Una catástrofe que, pese a todo, puede servir de ejemplo, ya que ha hecho que «el mundo entero tienda su mano de forma conjunta para ayudar», aseguró. 

También pidió a Dios y a La Morenica que «dé a todos fuerza» para que también puedan afrontar los terremotos que a cada uno se le presentan en su vida diaria y que «rompen su esencia y su espíritu». Lo hizo ante la atenta escucha de los cientos de fieles que se congregaron en el templo. Lo más madrugadores comenzaron a llegar al poco de que el reloj marcara las 6.00 de la mañana y con el cielo todavía ennegrecido, una hora antes de la homilía, para ocupar los mejores asientos junto a la Patrona.

Las calles de Murcia se convirtieron a estas horas en un curioso escenario. Mientras unos iban cargados de deseos y plegarias para la Virgen, muchos jóvenes regresaban a casa tras una larga noche de fiesta. Sobre las siete de la mañana daba comienzo el acto y ni un solo alfiler cabía en el interior de la Catedral. Muchos tuvieron que conformarse con seguir el acto desde fuera. El calor, como de costumbre, era intenso entre los muros del templo, lo que hizo que reinara la presencia del abanico ante la ineficiencia de los pequeños ventiladores que había.

Durante su discurso, Lorca Planes también pidió a la Virgen «por la Región y por todos sus pueblos». Que «atienda a los que más lo necesitan, a las familias con dificultades, a los jóvenes y a todos aquellos que van buscando caminos de esperanza en la vida». También que «su corazón, que está siempre latiendo al ritmo de Dios, esté cerca de todos y consiga contagiarles de su cariño y misericordia entrañable».

Tras el discurso de la palabra y el solemne canto del himno a la Virgen de la Fuensanta, un «¡Viva!» exclamado al unísono y un sonoro aplauso, la talla de la Virgen abandonó la Catedral portada a hombros tras cruzar la puerta de la plaza de la Cruz por primera vez en su historia, ante la imposibilidad de salir por la de San José debido a las obras. Pudo salir del templo sin dificultades y entre vítores y aplausos, e incluso recibiendo a sus pies un ramo de flores de última hora. Muchos inmortalizaron tan emotivo momento con sus teléfonos móviles, mientras que otros la admiraron a su manera, grabando el momento en su memoria. Tras la entonación del himno de España, dio comienzo la peregrinación hacia el Santuario de Algezares.